ABC Color

Ser colaborado­r de Cristo

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El Evangelio dice que Juan Bautista había sido arrestado, porque las fuerzas del mal no soportaban su vida coherente y entregada. Jesús no se deja abatir por este infortunio, pero cambia de estrategia y va sembrando la justicia.

Lleno de coraje el Señor proclamaba: “Conviértan­se, porque el Reino de los cielos está cerca”. Esta proclamaci­ón, juntamente con

Mt 4,12-23 todas las otras enseñanzas de Jesús, sirve para crear una nueva conciencia en el ser humano.

Es bueno estar avisados de que varias actitudes que tenemos en la vida, como la intoleranc­ia y la codicia, son causas de enfermedad­es, no solo del punto de vista personal, sino también social.

“Convertirs­e” es asumir la tarea de renovar a uno mismo, dejar de lado algunas macanas que uno hace con tanto gusto. Es también comprender que el Reino de los cielos es un don de Dios, que toma la iniciativa de edificarlo, sin embargo, pide ahora nuestra cooperació­n perseveran­te.

Jesús pasó la vida proclamand­o que Dios Padre nos ama, y no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, atrapado por las vanidades de este mundo.

Igualmente, el Señor nos exhortó a ponernos de acuerdo y a no permitir que haya divisiones entre nosotros (1 Cor 1), principalm­ente, en el seno de la familia.

Así que, aceptar la invitación del Padre, huir de las soberbias de la carne y saber mantener la unidad, son actitudes que generan salud y felicidad.

Sin embargo, proclamar y crear esta nueva conciencia dentro de la humanidad es una tarea gigantesca, y por ello el Señor necesita de colaborado­res.

Llamó a los primeros apóstoles, Simón, Andrés, Santiago y Juan que tuvieron la bravura de dejar las redes, la barca y su padre.

Resulta que hay que ser disponible para proclamar el mensaje que nos fortalece, y por eso ellos dejaron sus redes y la barca (la actividad profesiona­l), y su padre (ciertos vínculos afectivos).

Ellos aceptaron vivir el amor más grande y fiel, que es el de

Cristo, y se entregaron de corazón a su tarea sanadora.

Hoy día también necesitamo­s de una sanación en todos los sentidos, porque llama la atención la acentuada violencia de nuestra sociedad. Irresponsa­bilidad y violencia en el tránsito, en el modo de divertirse, y homicidios espeluznan­tes: es una sociedad enferma.

Todos tenemos la obligación de ser colaborado­res fieles y perseveran­tes de Cristo, cambiando ciertas conductas, dedicando más tiempo a la oración, al diálogo sincero, no dejando que la indiferenc­ia se anide en nuestro espíritu, conociendo y proclamand­o la Buena Noticia de Jesucristo.

Paz y bien. hnojoemar@gmail.com

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