Se debe hurgar hasta el fondo en el escandaloso “affaire” Ronaldinho.
El caso en el que se involucra al afamado exfutbolista Ronaldinho Gaúcho demuestra que nuestras instituciones son muy vulnerables tanto al soborno como al tráfico de influencias. Al común de los funcionarios –uniformados o no– pudo haberles impresionado mucho el video que mostraba a la empresaria Dalia López con el Jefe de Estado en un acto oficial realizado en San Juan Bautista del Ñeembucú. Aún hay preguntas abiertas en este grotesco asunto que ya ha dado la vuelta al mundo, para escarnio de los paraguayos honestos. En medio de tantas incógnitas que le corresponde develar a la fiscalía, lo cierto es que en el Departamento de Identificaciones y en la Dirección General de Migraciones hay funcionarios corruptos e ineptos hasta los tuétanos, que pueden expedir documentos, acaso falsificando firmas, sin atender el cumplimiento de elementales requisitos de ley o permitir que se ingrese al país con documentos apócrifos por donde se los mire. Ambas instituciones necesitan una cirugía mayor, o al menos una “desinfección”, como la que prometió quien aparece como el responsable directo en este nauseabundo caso, el ministro Euclides Acevedo con respecto a la Policía Nacional.
“Viste cómo yo mando en el aeropuerto”, le dijo un tal Luis Alberto Gauto, pareja de la empresaria prófuga Dalia López,
presidenta de la Fundación Fraternidad Angelical, al empresario brasileño Wilmondes Sousa Lira, cuando este le contó que pudo ingresar al país munido de documentación paraguaya de contenido falso. Lo había hecho junto con el afamado exfutbolista Ronaldo de Assis Moreira (“Ronaldinho Gaúcho”) y su hermano Roberto, también provistos de pasaportes y de cédulas de identidad nacionales de igual índole. Como faltaban sus firmas en los respectivos pasaportes, la omisión fue subsanada en el Salón VIP de la estación aérea. Todo esto declaró Sousa Lira ante el juez penal. Reveló, además, que la demora de quince días en la expedición de los documentos de Roberto obedeció a que, según Dalia López, “faltaba la firma de un inspector que se había cambiado” .O sea que ella “mandaba” al menos en el Departamento de Identificaciones (DI) de la Policía Nacional, según surge de los mensajes por WhatsApp que enviaba a la esposa del empresario sobre las gestiones en curso. El 7 de enero le informó que “aquí el director faló (sic) que mañana después del mediodía estarían entregando los documentos”, aunque en ellos consta que fueron emitidos ese mismo día. Sería bueno saber quién era el “director” de marras.
Se diría que el dúo Gauto-López “mandaba” incluso en el Ministerio del Interior, pues en uno de los mensajes aparece la foto de una hoja del pasaporte que correspondería al “compatriota” Ronaldinho, en la que se lee que la Secretaría de dicho órgano “certifica que la firma que antecede pertenece a...”, aunque ella solo haya sido puesta mucho más tarde en el referido Salón VIP. El ministro del Interior, Euclides Acevedo,
niega que el DI esté involucrado en este caso, pero resulta obvio que hubo funcionarios que sí lo estuvieron, tal vez a título personal. Sin duda, uno de ellos fue el “señor” al que el gestor de Dalia López se refirió en un audio en poder de la Fiscalía: “Me va a entregar los documentos completitos: la nueva cédula del señor Lira, los tres pasaportes y la cédula del hermano de nuestro astro del fútbol”. Por supuesto que esta no fue la primera vez que en la DI se vendieron documentos espurios, razón por la que esa dependencia continúa siendo un serio riesgo para la seguridad interna, al igual que la Dirección General de Migraciones (DGM), también dependiente de la citada cartera.
El abogado Marcos Estigarribia –defensor de Dalia López– narró que los gestores de los documentos de los hermanos Assis Moreira depositaron una “garantía” de 29.500.000 guaraníes,
por cada uno de ellos y para la DGM, en una cuenta del Banco Nacional de Fomento. ¿Quién cobró o a dónde fue a parar esta abultada suma? La fiscalía tiene la palabra. En fin, para consumar una operación ilícita, se pagó una “garantía” a una entidad pública, a través de otra.
Está visto que nuestras instituciones son muy vulnerables, tanto al soborno como al tráfico de influencias. Al común de los funcionarios –uniformados o no– pudo haberle impresionado mucho el video –hoy eliminado de las redes sociales– que mostraba a Dalia López con el Jefe de Estado en un acto oficial realizado en San Juan Bautista del Ñeembucú el 20 de septiembre de 2019. La asistencia médica brindada “se logró gracias al apoyo del señor presidente Mario Abdo Benítez”, según dijo en la ocasión la antes desconocida y hoy famosa empresaria benefactora. Quizá el operativo tuvo algo que ver con que la Secretaría de Estado de Tributación haya iniciado hace seis meses una investigación sobre diez firmas ligadas a ella, ante indicios de evasión impositiva y lavado de dinero.
Aún hay preguntas abiertas en este grotesco asunto que ya ha dado la vuelta al mundo, para escarnio de los paraguayos honestos. Hasta se llegó a invocar la intención de realizar inversiones en el país, para lo cual los hermanos habrían necesitado contar con documentos nacionales, como si la forma de obtenerlos fuera irrelevante. Roberto (el hermano de Ronaldinho) habría sabido, incluso, de una solicitud de naturalización, como si ella no tendría que haber sido presentada por él mismo, previa residencia por un tiempo determinado en el Paraguay. Tanto él como su hermano –declarado “visitante ilustre” por el intendente asunceno– habrían ignorado que ya eran “paraguayos naturalizados”, según sus flamantes pasaportes y cédulas de identidad.
Cuesta creer tanta necedad, aunque el abogado Adolfo Marín haya calificado de “tonto” a su defendido Ronaldinho.
En medio de tantas incógnitas que le corresponde develar a la fiscalía, lo cierto es que en el DI y en la DGM hay funcionarios corruptos e ineptos hasta los tuétanos, que pueden expedir documentos, acaso falsificando firmas, sin atender el cumplimiento de elementales requisitos de ley o permitir que se ingrese al país con documentos apócrifos por donde se los mire. Ambas instituciones necesitan una cirugía mayor, o al menos una “desinfección”, como la que prometió
quien aparece como el responsable directo en este nauseabundo caso, el ministro Euclides Acevedo, con respecto a la Policía Nacional.
El escándalo desatado tuvo que ver, sobre todo, con que a funcionarios honestos y con más de dos dedos de frente no les pudo haber pasado desapercibido que una celebridad como
Ronaldinho Gaúcho no podía hacerse con un pasaporte y con una cédula de identidad en los que constara que tenía la nacionalidad “paraguaya naturalizada”. El hecho suscita el interrogante de cuántos casos similares ocurrirán cada año con personas desconocidas, que tienen las puertas abiertas para ingresar al país con documentos de evidente contenido falso, emitidos por el DI y aceptados por la DGM.
Sería oportuno que el Presidente de la República aprenda la lección e impida en adelante que se acerquen a él personas que podrían utilizarlo para obtener favores ilícitos de entidades públicas. Salvo, desde luego, que él esté de acuerdo, a cambio de un apoyo político o económico.
El nombre del Paraguay ya está demasiado baqueteado, por lo que quienes se aprovechan de él deben recibir el más severo castigo que contempla la ley.