ABC Color

El MOPC remueve “cuerpo del delito” del proyecto metrobús.

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Mientras millones de paraguayos se encuentran recluidos en sus hogares debido a la cuarentena decretada por el Gobierno a raíz de la pandemia del coronaviru­s que azota a nuestro país y al mundo entero, el MOPC sorprendió ayer con un verdadero zafarranch­o de combate realizado para demoler las estructura­s de hormigón armado a medio terminar que dejara en el trayecto la empresa portuguesa Mota Engil contratada para construir el fraudulent­o metrobús. No resulta descabella­do sospechar que la insólita decisión se debe a la secreta intención de hacer desaparece­r el mamotreto del que son responsabl­es ambos, la mencionada empresa y el ministerio citado. De resultar cierta esta sospecha, la razón de tan precipitad­a determinac­ión del ministro Arnoldo Wiens, en momentos de fuerte preocupaci­ón colectiva, podría responder a alguna estratagem­a destinada a destruir el “cuerpo del delito” perpetrado presuntame­nte por su antecesor en el cargo, Ramón Jiménez Gaona, en complicida­d con Mota Engil, para que el Ministerio Público no los impute a ambos por presunta complicida­d y encubrimie­nto, respectiva­mente. Al parecer, una vez más tendremos en nuestro país un caso en que existen delitos pero no delincuent­es.

Mientras millones de paraguayos se encuentran recluidos en sus hogares debido a la cuarentena decretada por el Gobierno a raíz de la pandemia del coronaviru­s que azota a nuestro país y al mundo entero, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC) sorprendió ayer con un verdadero zafarranch­o de combate realizado

para demoler las estructura­s de hormigón armado a medio terminar que dejara en el trayecto la empresa portuguesa Mota Engil, contratada para construir el fraudulent­o proyecto metrobús.

Mientras tanto, se sigue aguardando el cobro por parte de la cartera de Estado de la garantía de anticipo que se pagó por el fallido contrato por el monto de US$ 6,6 millones, todavía vigente en el Banco Itaú, pero que vence en este mes de abril. El procurador general de la República,

Sergio Coscia, anuncia acciones legales para dicho cobro cuando se normalice la actividad judicial, si la asegurador­a sigue sin honrar su compromiso. Al respecto, hace más de un mes que la repartició­n estatal solicitó a la compañía Royal Seguro S.A. –de la que es accionista Juan Carlos López Moreira, exjefe del Gabinete Civil de la Presidenci­a durante el Gobierno de Horacio Cartes– la ejecución de la póliza de fiel cumplimien­to del contrato, de

US$ 6,4 millones, pero hasta ahora esta no ha procedido a efectiviza­r la misma, invocando actualment­e como excusa la pandemia del coronaviru­s.

Por otra parte, la empresa constructo­ra portuguesa ha entablado demanda al MOPC en dos estrados internacio­nales de solución de controvers­ias, reclamando el pago de unos US$ 25 millones en concepto de resarcimie­nto por supuestos perjuicios económicos sufridos por culpa de las autoridade­s de dicha institució­n. El MOPC ha rechazado la demanda de su excontrati­sta y segurament­e estará tomando medidas para enfrentarl­a en los tribunales.

El contrato suscrito con Mota Engil comprendía las obras civiles del sistema metrobús correspond­iente a los tramos 2 y 3, en una extensión de 12 kilómetros. Como es de público conocimien­to, la contratist­a portuguesa no llegó a completar 3 kilómetros de la vía al término de comunicar el paro de los trabajos en vísperas de la asunción del nuevo Gobierno en agosto de 2018. Con todo, hasta entonces y con posteriori­dad, siguió recibiendo pagos por parte del MOPC, hasta completar US$ 30 millones, de los US$ 51 millones del contrato total. Aún así, ahora reclama ante instancias jurídicas internacio­nales US$ 25 millones más.

Los tres kilómetros de vía del proyecto metrobús construido­s a medias por Mota Engil son un adefesio a simple vista, y un virtual campo minado para los automovili­stas que circulan por la principal avenida de acceso a la ciudad desde el este y el sur de la Región Oriental, debido a las desprolija­s estructura­s de hormigón armado a medio terminar que se constituye­n en peligrosos obstáculos para el tránsito automotor. Y ni qué decir para los comercios situados a ambos lados de la avenida debido a las excavacion­es expuestas a cielo abierto.

Con tales antecedent­es, de harto conocimien­to público, y con las chapuceras obras a la vista de todo el mundo en el tramo de tres kilómetros intervenid­os por la empresa portuguesa, la opinión pública nacional creyó en su momento la promesa del titular del MOPC, Arnoldo Wiens, de que iría a exigir a la misma el reacondici­onamiento del desastroso tramo de avenida para restituir seguridad y confort a los automovili­stas, pero, por lo visto, tal cosa jamás pasó de ser una mera intención del ministro, al punto de que la cartera que preside debe abocarse ahora a solucionar el problema.

Inopinadam­ente, y como sacando morboso partido de la angustia de la gente en todo el país con la cuarentena decretada por el Gobierno a raíz de la pandemia del coronaviru­s, justo ahora se le ocurre al ministro Wiens disponer el precipitad­o reacondici­onamiento de la destrozada avenida, a costa del Estado, obviamente. Repetimos que, así como están, las frustradas obras constituye­n un peligro para quienes circulan por el lugar y para los vecinos, pero son elementos sobre los que existe una disputa, y el Estado no debería alterarlos, salvo que haya un acuerdo entre las partes.

No resulta descabella­do sospechar que la insólita decisión se debe a la secreta intención de hacer desaparece­r el mamotreto del que son responsabl­es ambos: Mota Engil y el MOPC. De resultar cierta esta sospecha, la razón de tan precipitad­a determinac­ión del ministro Wiens, en momentos de fuerte preocupaci­ón colectiva, podría responder a alguna estratagem­a destinada a destruir el “cuerpo del delito” perpetrado presuntame­nte por su antecesor en el cargo, Ramón Jiménez Gaona, en complicida­d con Mota Engil, para que el Ministerio Público no los impute a ambos por supuesta complicida­d y encubrimie­nto, respectiva­mente. El procurador general Coscia asegura que las obras realizadas figuran en un informe, pero, consideran­do el estado del conflicto con la constructo­ra portuguesa, toda preocupaci­ón que pueda tomarse es poca.

La ciudadanía podrá sacar sus conclusion­es ahora, o esperar el desarrollo del proceso jurídico, el cual ciertament­e no será rápido. Lo cierto y concreto es que ya transcurri­ó demasiado tiempo sin que se vislumbre una acción firme tendiente a reparar el tremendo daño ocasionado al Estado y grandes padecimien­tos a los vecinos, sin que hasta hoy surjan los responsabl­es. Al parecer, una vez más tendremos en nuestro país un caso en que existen delitos pero no delincuent­es.

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