Andando en el terreno de la improvisación
La inédita pandemia que afecta también a nuestro país, por su esencia y por características propias de nuestro sistema político, pone a prueba a todos, especialmente a las autoridades que van improvisando medidas cuya eficacia y justeza se van viendo por el camino.
Todos fuimos (vamos) aprendiendo a vivir en las condiciones que nos impone el covid-19. También para las autoridades es un terreno nuevo, en el que muchas de las premisas que manejan desde siempre perdieron sentido.
Se sabe que en la crisis conocemos realmente la entereza y la capacidad de las personas.
Con esa premisa, puede decirse que al presidente Mario Abdo Benítez se lo ve bastante contenido. Eligió ponerse en manos del principal responsable de la Salud, el ministro Antonio Mazzoleni, quien aparece con el mayor grado de aceptación ciudadana por la manera serena en que manejó la información sobre la evolución de la pandemia en el país.
Tan positiva es la figura del ministro que el Ejecutivo hace uso y abuso de ella, haciéndolo aparecer en cualquier conferencia de prensa, aún si no es él quien debe brindar alguna información importante. Es como si el Mandatario y los otros miembros del Gabinete quisieran contagiarse de las cualidades que irradia.
El primer caído, en términos de imagen, fue el jefe de Gabinete Juan Ernesto Villamayor quien cometió la imprudencia de presentarse en el Palacio de Gobierno, dando una entrevista a los periodistas, dos días después de volver de un viaje a Buenos Aires, ya en plena circulación del coronavirus. Obligadamente, debió ir a cuarentena dejando sembrada la duda de un posible contagio entre quienes estuvieron cerca de él así como sobre su sensatez.
La mayoría de las personas del Gabinete de Abdo Benítez eligieron un discreto segundo plano, justamente para evitar una exposición demasiado resbaladiza en estas circunstancias.
Las decisiones de algunos ministros están a prueba y dependerá de su éxito el que salgan después bien parados.
La crisis económica y social que trajo el covid-19, por el paro obligado de trabajadores formales e informales obligó al Gobierno a asistir en forma directa a una enorme cantidad de familias, lo cual se está haciendo hasta ahora tarde y mal.
En gran parte, las dificultades se deben a que los sucesivos gobiernos post-stronistas no supieron, no pudieron o no quisieron impulsar soluciones de fondo a la pobreza, a la falta de tierras, a la salud pública y a la educación. Algunos lo intentaron un poco más que otros, pero en definitiva ahora la estructura del Gobierno carece de datos, sistema y metodología eficaz para atender las necesidades de la gente de menores recursos y eso se nota mucho más en esta pandemia.
Esta situación es, en definitiva, lo que provoca que las medidas que se adoptan para salvar la coyuntura sean improvisadas.
Hay esperanza de que las decisiones se hayan tomado a tiempo, aunque sabemos que hubo fallas, cuya magnitud se irán sabiendo con el correr de los días o las semanas.
Un gran temor que existe es que todo el dinero del presupuesto que se está redireccionando y de los préstamos millonarios que el país contraerá para pagar a futuro sea malgastado o directamente robado. De la atención a esta cuestión, puede estar una clave para que la ciudadanía sienta confianza.
Si finalmente no se hacen realidad las expectativas de un gran cambio político y social, en particular para que no haya tanta desigualdad y pobreza en el país, sería bueno que al menos sepamos cuando termine la crisis que algunos no aprovecharon para robar desvergonzadamente y que, si lo hicieron, queden al descubierto.