“No se puede arrinconar a la Iglesia en sus templos”
Hace 32 años, un día como hoy, bajo una torrencial lluvia, arribaba al Paraguay el papa Juan Pablo II en una visita pastoral de tres días. Durante su estadía canonizó a Roque González de Santa Cruz y compañeros. Recordó a la dictadura que “no se puede arrinconar a la Iglesia en sus templos”.
Aquel 16 de mayo de 1988 amaneció nublado. El pronóstico presagiaba lluvia y todos quienes iban a ir a su encuentro en Ñu Guasu, debían preparase para resistir el temporal. Las primeras gotas ya se hicieron sentir desde muy temprano, hasta convertirse en un
diluvio que no amilanó la fe de miles de compatriotas que estaban en un gran lodazal.
La espera y la paciencia fueron premiadas cuando cerca de las 13:00, aterrizaba el avión del “Mensajero del Amor. Así Juan Pablo II besaba tierra paraguaya. A pocos metros de allí, en Ñu Guasu, la gente se preparaba para la misa. Los minutos corrían cuando hizo su aparición el papamóvil, que luego de un recorrido paró a un costado del altar y se deba inicio a la misa.
La bienvenida estuvo a cargo del recordado arzobispo Ismael Rolón. Sin dudas, el momento más esperado fue cuando Juan Pablo II proclamó santos al compatriota Roque González de Santa Cruz y compañeros mártires. Fue inolvidable, así como cuando se trasladó a la Nunciatura; era saludado por miles de almas.
El pontífice también dio un gran respaldo a la jerarquía de aquél tiempo, que por su compromiso social, era calumniada por personeros del dictador Alfredo Stroessner. Para el régimen, la misión de la Iglesia se limitaba a la predicación, sin embargo, frente a Stroessner en el Palacio de López, Juan Pablo II le dijo: “No se puede arrinconar a la Iglesia en sus templos, como no se puede arrinconar a Dios en la conciencia de los hombres”.
El pontífice estuvo además en Caacupé, Villarrica, Encarnación y Mcal. Estigarribia. Hoy la Iglesia, arrinconada en sus templos por la pandemia, espera el momento para recuperar su libertad de reunión.