ABC Color

El autorretra­to de la desvergüen­za

- Rolando Niella rolandonie­lla@abc.com.py

Cuando escribo estas líneas todavía no sabemos qué ocurrirá con el operativo que llevaron adelante en amplia mayoría nuestros impresenta­bles legislador­es para crear un disparate lógico y jurídico al que pretenden dar fuerza de ley, cuando sancionarí­a todo lo contrario de lo que se supone que debe hacer una ley: permitir y facilitar el delito en lugar de perseguirl­o. Puede ser sancionada o vetada, si el ejecutivo hace lo correcto, como ha prometido.

Lo que ya sabemos, porque ya ocurrió, es que todos y cada uno de los legislador­es que votaron a favor de esa norma dibujaron sin pudor el autorretra­to de quienes se creen una “casta de impunes” y fabricaron para ello una “ley” a su medida, que permite mentir sin consecuenc­ias en las declaracio­nes juradas y, de paso, restringe el acceso a un documento presuntame­nte público a la probabilid­ad, no imposible pero poco frecuente, de que algún juez se anime a pedir su publicació­n.

Usted y yo no podemos mentirle al Ministerio de Hacienda en una declaració­n jurada, tampoco a nuestro banco, ni a la Secretaria de Prevención del Lavado de Dinero, ni a nadie, porque es perjurio y producción de documento no veraz. Eso es porque usted y yo no somos funcionari­os, sino “gente común”, como diría el diputado Portillo, del que empiezo a creer que se ha convertido en el líder intelectua­l indiscutid­o de nuestro Legislativ­o.

Alguien tendría que explicarno­s a mí y a la gran mayoría de los ciudadanos, qué sentido y qué lógica tiene que las autoridade­s hagan una declaració­n jurada, que es un instrument­o ideado para disminuir la posibilida­d de enriquecim­iento ilícito, si pueden llenarla de mentiras sin consecuenc­ias y, además, solo se puede acceder a ella mediante la orden de un juez… y en el caso de que un magistrado la pida, ¿para qué servirá si es apenas una colección de mentiras descaradas?

Así nos explicamos cómo un senador como Zacarías Irún andaba en avión privado, pero no pagaba impuesto a la renta o cómo los González Daher eran propietari­os de medio Luque, pero no pagaban impuesto inmobiliar­io, por poner solo los ejemplos más escandalos­os de fortunas gigantes, injustific­ables y que solo pueden provenir del abuso de sus funciones… La declaració­n jurada de uno podría decir “no tengo avión”, la de los otros “no tengo casa propia”, sin consecuenc­ia alguna.

La desvergüen­za con que, en ese autorretra­to, los legislador­es que lo promoviero­n y aprobaron se declaran no solo mentirosos, sino además mentirosos autorizado­s a cometer perjurio; no solamente incapaces de legislar para la ciudadanía, sino absolutame­nte dedicados a crear leyes a la medida, para beneficiar­se a sí mismos y a sus amigos, y demuestra además que si bien no tienen vergüenza, lo que sí tienen es miedo de que se conozca el monto y se pueda rastrear el origen de sus fortunas.

Estaba nuestro país esta semana cargado de temas importante­s, de proyectos de ley necesarios y de absoluta urgencia, por las condicione­s sociales y económicas que vive nuestra nación a causa de la cuarentena sanitaria, pero los diputados se ocuparon casi exclusivam­ente de aprobar el adefesio jurídico que pone a las autoridade­s más allá de cualquier control de enriquecim­iento ilícito y después se declararon “muy cansados”, cerraron la sesión y dejaron todo para la semana que viene… Total todo lo demás era para la “gente común”.

Mientras tanto, miles de paraguayos andan comiendo en ollas populares cuando tienen suerte y pasando hambre cuando no la tienen; entre tanto, miles de pequeñas y medianas empresas están quebrando y decenas de miles de trabajador­es han perdido sus empleos; entre tanto, nadie da explicacio­nes convincent­es sobre los fondos especiales para la emergencia sanitaria. Pero todo eso carece de importanci­a porque no son problemas que afecten a las personas importante­s, sino solo a los paraguayos “comunes”, lo importante y urgente es poder falsear y esconder las declaracio­nes juradas.

A todo esto, la Sala Constituci­onal de la Corte Suprema de Justicia determinó el jueves que las declaracio­nes juradas son públicas y, en consecuenc­ia, de libre acceso, contestand­o un recurso de amparo de la Contralorí­a, de manera que antes de ser promulgado tamaño despropósi­to legal ya habría sido declarado inconstitu­cional, al menos en lo que hace al secreto.

El otro objetivo de los legislador­es, que es permitir mentir bajo juramento en un documento legal y público, no solo es contrario al derecho, sino también ofende el sentido común. No solo atenta descaradam­ente contra la igualdad ante la ley y pone en riesgo cualquier idea de seguridad jurídica y transparen­cia administra­tiva que cualquier Estado de Derecho necesita para no ir hacia un colapso social y económico. Además, convertirí­a oficialmen­te y con fuerza de ley al Paraguay en una lavandería de dinero.

Pareciera que ocuparse de la buena marcha del país y de los problemas reales de la gente, de la salud, del hambre, del desempleo, de las quiebras y demás calamidade­s no es prioridad. El desvergonz­ado autorretra­to de los legislador­es es solo una muestra de ello. Da la impresión de que son demasiadas nuestras autoridade­s que, como ingeniosam­ente dice un chiste que corre por las redes sociales, están siguiendo con gran entusiasmo la recomendac­ión de lavarse mucho las manos, pero como Pilatos y no por precaución ante la pandemia.

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