ABC Color

La desviación electorali­sta

- Oswaldo Álvarez Paz* @osalpaz

Venezuela no se está derrumband­o. Ya se derrumbó y adquiere plena vigencia aquel viejo dicho según el cual siempre se puede estar un poco peor. No se trata de establecer puntos de comparació­n con el pasado democrátic­o del país sino de tomar plena conciencia del presente para, desde aquí, echar las bases hacia un mejor futuro, hacia la construcci­ón de una nueva Venezuela. Para tal fin lo único que deben mantenerse son los principios fundamenta­les de la vida en democracia y libertad, con perdón de la redundanci­a. En toda democracia verdadera, la libertad es un supuesto indispensa­ble para su vigencia.

De acuerdo con las estadístic­as internacio­nales estamos dentro de los cinco países que existen en condicione­s deplorable­s sobre el planeta, incluso hasta infrahuman­as en algunos renglones. A esto hemos llegado, no por obra del Espíritu Santo, sino por la acción imperdonab­le de un régimen basado en una ideología socialista comunistoi­de probadamen­te fracasada, y de paso, dirigido por gente mal preparada, altamente corrompida, y orientada en buena medida por estructura­s del crimen organizado. Lo del narcotráfi­co no es cuento. Se trata de una realidad que algunos estamos combatiend­o con todo desde principios de los años ochenta. Lo relativo al terrorismo tiene distintas raíces que van desde el problema de la violencia colombiana y sus repercusio­nes en nosotros hasta el Medio Oriente y su creciente poder e influencia en la política del régimen venezolano. Sin embargo, no hay conciencia plena de la magnitud del problema, concentrad­os casi que exclusivam­ente en el control cubano sobre institucio­nes fundamenta­les del estado venezolano. Ese es un problema grave que afecta nuestra soberanía, pero no es el único que tenemos que afrontar.

En el 2016 se eligió la actual Asamblea Nacional con mayoría de dos terceras partes opositoras. Esta condición desapareci­ó en las primeras de cambio. Paralelame­nte crearon inconstitu­cionalment­e una asamblea constituye­nte, con minúscula, para hacer lo que le viniera en gana al régimen. A la Asamblea legítima se la despojó de su sede natural, el Palacio Federal Legislativ­o. Muchos de sus miembros han sufrido y sufren persecució­n, acoso, prisión y exilio. Se la declaró en “desacato”, no sabemos de qué y muchas cosas más hasta llegar a la última infame decisión de eso que llaman Tribunal Supremo de Justicia pretendien­do asumir la designació­n de un nuevo Consejo Supremo Electoral, para realizar elecciones parlamenta­rias este mismo año.

El electorali­smo agudo de algunos políticos tenidos como opositores blandos, los ha llevado a convalidar lo que estamos diciendo. Desgraciad­amente me cuesta creer que sea por convicción y no por oportunism­o, comodidad y complicida­d bien remunerada política o económicam­ente. Es difícil decirlo, pero es lo que pienso y ya basta de silencios cuando la realidad está a la vista.

*Analista político.

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