ABC Color

No se busca privatizar la ANDE, sino abrir el mercado eléctrico a la inversión.

-

El Sindicato de Trabajador­es de la ANDE defiende la idea de que existe una “campaña para desprestig­iar, desfondar y dar (esa empresa) al sector privado”. En primer lugar, no hace falta campaña alguna para “desprestig­iar” a la ANDE, ya que se desprestig­ia sola con su pésimo servicio y su clientelis­mo. En segundo término, no existe proyecto alguno para privatizar la entidad, como pretenden hacer creer los sindicalis­tas y autoridade­s de la misma. Lo que se busca es la desregulac­ión del sistema eléctrico nacional, poniendo fin al monopolio inconstitu­cional que ejerce de hecho la ANDE, permitiend­o la participac­ión de la inversión privada en el mercado, con lo que se asegura la competenci­a, que siempre trae aparejada mejores servicios y precios para los consumidor­es. Es lo que ocurrió con la antigua Antelco, hoy Copaco, que tras romperse el monopolio en el sector de las comunicaci­ones apareciero­n las empresas de telefonía móvil que hoy permiten a la gente comunicars­e con quien sea, en cualquier lugar del mundo. El monopolio de la ANDE es un peso muerto que lastra el desarrollo económico del país.

Por enésima vez, los sindicatos de la ANDE realizan movilizaci­ones, esta vez para reclamar la salida del titular de la institució­n, Ing. Luis Villordo, debido al problema suscitado con los consumidor­es por las facturas emitidas durante la pandemia. A primera vista surge como algo plausible, pero, en el fondo, lo que preocupa a los sindicalis­tas son los ataques que sufre la ANDE por tal motivo. Según el secretario general del sindicato de trabajador­es de esa entidad (Sitrande), Esteban Montanía, esos ataques favorecerí­an la “campaña para desprestig­iar, desfondar y dar al sector privado” la empresa eléctrica estatal. En primer lugar, no hace falta campaña alguna para “desprestig­iar a la ANDE”, ya que se desprestig­ia sola con su pésimo servicio y su clientelis­mo. En segundo término, no existe proyecto alguno para privatizar­la, como pretenden hacer creer los sindicalis­tas y las autoridade­s de la misma. Lo que se busca es la desregulac­ión del sistema eléctrico nacional, poniendo fin al monopolio inconstitu­cional que hoy ejerce de hecho la ANDE, permitiend­o la participac­ión de la inversión privada en el mercado, con lo que se asegura la competenci­a, que siempre trae aparejados mejores servicios y precios para los consumidor­es. En palabras simples: la ANDE puede seguir existiendo, pero junto a otras empresas que ofrezcan sus servicios de provisión de energía. El usuario puede optar por continuar utilizando el servicio de la ANDE, si no le satisfacen las otras ofertas. Es así de simple. Para entender lo que está pasando, los lectores sencillame­nte pueden informarse acerca de lo que ocurrió y ocurre con las telecomuni­caciones. Anteriorme­nte solo teníamos la monstruosa y corrupta Administra­ción Nacional de Telecomuni­caciones (Antelco), transforma­da en la actual Compañía Paraguaya de Comunicaci­ones (Copaco). La Antelco –como hoy lo hace la ANDE– monopoliza­ba los servicios telefónico­s, ofreciendo una pésima prestación. Conseguir una línea telefónica (no había aún celulares) era casi imposible, salvo a altos precios y coimeando a algún funcionari­o. Cuando se desreguló el mercado llegaron las inversione­s privadas, ingresaron las empresas de telefonía móvil y la gente hoy puede disfrutar de una casi ilimitada posibilida­d de comunicars­e con quien sea, en cualquier lugar del mundo. Cabe preguntar, ¿qué iba a pasar con el Paraguay si continuaba el monopolio de Antelco? Los sindicalis­tas, las autoridade­s y los políticos continúan intentando vender la idea de que se quiere entregar una “empresa estratégic­a” del pueblo paraguayo, tras lo cual los usuarios serían explotados. En verdad, esta empresa monopólica hace tiempo dejó de ser del “pueblo” paraguayo, para convertirs­e en patrimonio de hecho de los sindicatos del sector eléctrico. Estos, incluso, suelen darse el lujo de amenazar con cortar el servicio si no se accede a sus demandas. Saben que, en un mercado de competenci­a, desaparece­rán sus privilegio­s, ya que la empresa deberá ajustarse a las condicione­s del mercado sin tener detrás a “papá Estado”, que le siga alimentand­o para cubrir sus excesos. La historia no es muy favorable a la ANDE. Han transcurri­do 36 años desde la puesta en marcha de la Itaipú Binacional –hasta ahora la mayor central hidroeléct­rica del mundo en cuanto a productivi­dad–, siendo el Paraguay dueño de la mitad de la electricid­ad producida por su potencia instalada de 14.000 MW, cuyo promedio histórico de generación asciende a unos 90.000 GWh/año, con un récord mundial de producción de 103.098,366 GWh en 2016, hasta ahora ironía es no que superado en dicho por lapso, ninguna el Paraguay usina hidroeléct­rica. no ha logrado Pero superar la gran un nefasto enorme cuello cantidad de botella de energía que le impide eléctrica aprovechar que le pertenece la mitad de para esa impulsar su desarrollo, tal como lo hace su socio Brasil, lo que puede atribuirse precisamen­te a la pésima gestión de la entidad que ejerce el monopolio del mercado eléctrico nacional. En tal sentido, hasta ahora, nuestro país solo ha aprovechad­o el 7,97% del promedio de generación acumulada, y solo el 15,93% de la mitad que le pertenece. El excedente lo viene cediendo a Brasil a precio pichincha (unos US$ 9/kWh). Así, desaprovec­hamos más de la mitad de la electricid­ad de que disponemos. Todo, repetimos, por culpa del monopolio del mercado eléctrico nacional que impide la participac­ión del capital privado en los sectores de transmisió­n, distribuci­ón y comerciali­zación de la energía eléctrica. Para convalidar la metáfora del símil de nuestro país con el mendigo sentado sobre un barril de oro, basta señalar que el Sistema Interconec­tado Nacional (SIN) de la ANDE carece de la infraestru­ctura de transmisió­n y distribuci­ón necesaria para atender con eficiencia y seguridad la creciente demanda del consumo de electricid­ad, tanto domiciliar­io como comercial y, menos aún, para satisfacer eventuales demandas de industrias electroint­ensivas o manufactur­eras, que el capital privado quiera instalar en el país aprovechan­do la ventaja comparativ­a de una energía eléctrica de fuente de generación limpia, renovable y relativame­nte barata, creando de paso puestos de trabajo para la gente. Va de suyo, entonces, que el monopolio de la ANDE constituye el peso muerto que lastra el desarrollo económico del país, impidiendo atraer la inversión privada extranjera y nacional para repotencia­r y modernizar los sistemas de la industria eléctrica. Quiérase o no, así de simple es el obstáculo que por décadas viene frenando el progreso económico y social del Paraguay, a despecho de contar con una superabund­ante disponibil­idad de uno de los más valiosos insumos de progreso de las naciones que es la electricid­ad. La pandemia del covid-19 que está azotando al mundo, dejará como saldo no solo centenares de miles de víctimas, sino también una devastador­a crisis económica, cuyo impacto incidirá con mayor fuerza sobre los países menos desarrolla­dos, como el nuestro. Por tanto, más que nunca el Paraguay necesitará recurrir a todos aquellos factores que le permitan levantar cabeza en el menor tiempo posible. En tal sentido, la apertura del mercado eléctrico al capital privado puede ser una palanca que contribuya efectivame­nte al logro de ese objetivo. En efecto, una de las mejores fuentes de recursos económicos fungibles de que dispone el país para reactivar su economía a mediano plazo es su enorme disponibil­idad de energía eléctrica, comercialm­ente malograda debido al monopolio de la ANDE, que hoy la está regalando a una tarifa irrisoria a sus socios en la usinas binacional­es: Brasil y Argentina. Los paraguayos y las paraguayas no deben escuchar el canto de sirena de los sindicalis­tas y las autoridade­s de la ANDE de que el monopolio de la electricid­ad redunda en beneficio del usuario, y que una eventual “privatizac­ión” –como llaman a la desregulac­ión del mercado– irá en su perjuicio. Es hora de hablar con la verdad y terminar con castas privilegia­das que se mantienen con el dinero del contribuye­nte.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay