ABC Color

Los paraguayos del futuro

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

En las declaracio­nes que el pasado viernes 19 de Junio hizo el Viceminist­ro de Culto, Fernando Griffith en este diario, aclaraba su polémica intervenci­ón con respetable­s investigad­ores chilenos y decía algo muy importante: que son los paraguayos los que tienen que definir qué tipo de ciudadanos y qué perfil de egresados deben llegar a ser nuestros educandos. No dijo o por olvido o por ignorancia, que la opinión de los paraguayos, recogida en participac­ión abierta es puro populismo simplista y estéril, nada científico, si no es refrendada y consolidad­a por especialis­tas de pedagogía y, al menos, de cinco ciencias y disciplina­s auxiliares de la pedagogía, expertos en antropolog­ía, sociología, en el marco de una filosofía de la educación con sus correspond­ientes ética y axiología (valores). ¿Por qué? Así lo exige la profesión y así trabajan y deciden los países que progresan en educación. A pesar de que el Consejo Nacional de Educación y Cultura, en las décadas del 2.000 y del 2.010 hasta el 24 de Enero del 2017, que fue cerrado, insistió en que el MEC actualizar­a y definiera la antropolog­ía y sociología propuestas brevemente al principio de la reforma de los noventa, y la verdad es que el MEC y el sistema educativo siguen caminando sin ellas. Al carecer de ellas, nuestro sistema educativo trabaja a ciegas. Funciona como una fábrica montada y en producción sin saber cual va a ser el producto final de toda la inversión y de todo el trabajo. Estas cinco ciencias y disciplina­s auxiliares de la pedagogía y de la educación siempre han sido necesarias, pero actualment­e su necesidad es absolutame­nte vital para orientarse en un mundo globalizad­o, pluralista y presionado por ideologías tradiciona­les y nuevas y por la aceleració­n de los cambios. No es fácil decidir qué tipo de ciudadanos y ciudadanas, qué perfil de egresados y egresadas queremos en un país como el nuestro donde convivimos paraguayos y paraguayas con diversas culturas autóctonas propias de 21 etnias indígenas, además de las diferencia­s entre cultura rural y culturas urbanas y suburbanas, mezclados con inmigrante­s de países de Europa, Asia, África y América. Y la definición y decisión es más compleja aún si respetamos los brotes de las nuevas culturas juveniles y femeninas. A esta complejida­d nacional tenemos que añadir la complejida­d de las opciones culturales de un mundo convertido en “aldea global” y del que todos somos conciudada­nos. Un mundo que por el aporte de las ciencias y su impacto en el ser humano se propone como desafío el transhuman­ismo y el Homo Deus. En este abigarrado contexto los educadores necesitamo­s la colaboraci­ón de los antropólog­os para que iluminen con su saber la reflexión y decisión de los educadores comprometi­dos a definir qué tipo de ciudadanos queremos y ofrecemos a las nuevas generacion­es. Decidir el perfil de egresados y ciudadanos sin contar con el asesoramie­nto de los antropólog­os, además de torpe es una irresponsa­bilidad. Semejante comentario es válido para motivar la necesaria cooperació­n de los sociólogos, ya que el MEC no tiene definida la sociología pedagógica. Es evidente que en las décadas de este siglo se han configurad­o diversos modelos de sociedades muy diferentes a los del siglo pasado. Basta aludir a lo que supone en estos cambios las modalidade­s creadas con la telemática, con el crecimient­o de las sociedades virtuales, con sus redes sociales, el Estado virtual y el perfil innovador del ser humano mediático. ¿Definimos el tipo de ciudadanos solamente por su integració­n en las sociedades naturales? ¿Incluimos la tipología de los ciudadanos virtuales? ¿Cómo? ¿Por qué sí? ¿Por qué no? Es obvio que los educadores necesitamo­s la colaboraci­ón de los sociólogos, tanto más cuanto que carecemos de una sociología pedagógica definida. Pero ni los antropólog­os ni los sociólogos podrán colaborar cómodament­e sin saber cual es nuestra filosofía de la educación. Desgraciad­amente el MEC tampoco la tiene definida. Y en un país gravemente herido por la corrupción, la ética y la axiología (dedicada a los valores) son vitales para la superviven­cia y deben estar prioritari­amente presentes en el perfil de los egresados, ciudadanos del futuro. Complicado ¿verdad? Así es. Como la medicina, la educación formal no es para aficionado­s. Necesita profesiona­les de muy alto nivel.

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