ABC Color

Paraguay marcha nuevamente hacia la lista gris.

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Paraguay sigue corriendo el más grave riesgo de ingresar a la lista gris del Grupo de Acción Financiera Internacio­nal (GAFI), admitió en la semana que se va Carlos Arregui, titular de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad). Lo más cruel es que los motivos ya no son falta de leyes o marcos teóricos para combatir el dinero sucio, sino la complicida­d y la falta de agallas de fiscales para investigar y de jueces para castigar. Las señales que está dando el sistema paraguayo son alarmantes y preanuncia­n que se camina inexorable­mente hacia una nueva sanción internacio­nal por falta de una Justicia efectiva ante graves delitos como lavado de dinero, evasión impositiva y lesión patrimonia­l. Si esto llegara a ocurrir, la ciudadanía paraguaya no debe quedar callada, sino exigir castigo para las autoridade­s involucrad­as.

Paraguay sigue corriendo el más grave riesgo de ingresar a la lista gris del Grupo de Acción Financiera Internacio­nal (GAFI), admitió en la semana que se va Carlos Arregui, titular de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad). Lo más ruin es que los motivos ya no son falta de leyes o marcos teóricos para combatir al dinero sucio, sino la complicida­d y la falta de agallas de fiscales para investigar y de jueces para castigar. Si como muestra bastara un botón, la semana judicial se cerró con el sobreseimi­ento definitivo de la exintenden­ta de Ciudad del Este Sandra McLeod de Zacarías Irún, cónyuge de Javier Zacarías Irún, ambos investigad­os por la Justicia por inconsiste­ncias en el origen de su fortuna y supuesta lesión de confianza en la Municipali­dad esteña.

Las señales que está dando el sistema paraguayo son alarmantes y preanuncia­n que se camina inexorable­mente hacia una nueva sanción internacio­nal por falta de una Justicia efectiva ante graves delitos como lavado de dinero, evasión impositiva y lesión patrimonia­l. A mediados de enero del 2019 hubo una inédita sesión del Foro Parlamenta­rio de Seguridad e Inteligenc­ia en Paraguay. El evento trajo por primera vez al país al mismísimo presidente del temido GAFI,

Marshal Billingsle­a, subsecreta­rio de Financiaci­ón del Terrorismo en el departamen­to del Tesoro de EE.UU.

El más contundent­e en esa ocasión fue el argentino

Mariano Federici, quien sin ambages ni medias tintas dijo que ya no era suficiente que Paraguay hiciera maravillos­os enunciados y afirmacion­es grandilocu­entes, sino que debía demostrar efectivida­d en la normativa legal y en sus institucio­nes de lucha contra el lavado de dinero, el narcotráfi­co y la corrupción. “Hoy, lo que el evaluador va a mirar es qué tan eficaces han sido en la implementa­ción de esas leyes, en el funcionami­ento de esas institucio­nes”, dijo el experto.

Impávidos y con cara de póker oyeron aquello y en primera fila las principale­s autoridade­s de los tres poderes del Estado y los más destacados fiscales paraguayos que fueron invitados a asistir. Ha pasado más de un año y seis meses de aquella advertenci­a y la Justicia sigue tan ausente como esquiva y desvergonz­adamente ciega para castigar delitos financiero­s. Si en medio del crítico escenario económico actual que atraviesa nuestro país se retornara a la oprobiosa lista gris, el hecho sería una profunda estocada al sistema financiero.

Paraguay ya ha estado en esa lista desde el 2008 hasta febrero del 2012. Un lapidario informe del Fondo Monetario Internacio­nal y del Gafisud (actual Gafilat, ala latinoamer­icana de GAFI), nos calificó en ese entonces como una jurisdicci­ón riesgosa para el sistema financiero internacio­nal y exigía un plan de acción para solucionar deficienci­as.

La lista gris de la vergüenza de GAFI no solo es humillante como “condecorac­ión”, sino tremendame­nte perjudicia­l y peligroso para las finanzas. Es ver desplomars­e la credibilid­ad financiera del país, lo que conlleva hasta al cierre de correspons­alías locales del sistema bancario internacio­nal. Es el “informconf” de las finanzas globales; es la falta de fiabilidad de un país para ser tomado en serio y ser considerad­o sin riesgos.

De nada ha servido la docena de paquetes de leyes aprobada por el Congreso para combatir el lavado del dinero sucio provenient­e de crímenes como el narcotráfi­co, el contraband­o, las falsificac­iones, el tráfico de seres humanos, la corrupción o las evasiones impositiva­s. Esos flagelos gozan de buena salud con la complicida­d de fiscales y jueces venales que no le hacen asco a la hora de sobreseer a muchos de los investigad­os. Hemos llegado al extremo de que ha sido un Gobierno extranjero, el de los Estados Unidos, el que ha calificado con nombres y apellidos al exsenador y expresiden­te del Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM) Óscar González Daher y al ex fiscal general de la República Javier Díaz Verón como “significat­ivamente corruptos”, mientras les retiraba la visa de por vida.

El 21 de junio del año pasado, Paraguay tuvo el preanuncio más emblemátic­o de lo que nos puede pasar ante la falta de acciones contra el lavado de dinero. Ese día, Panamá volvió a la lista gris de GAFI por sus deficienci­as en la lucha contra el blanqueo de capitales y el financiami­ento del terrorismo pese a haber cumplido con 35 de las 40 recomendac­iones. El hecho fue demoledor para el sistema financiero panameño: inmediatam­ente perdieron más de 70 correspons­alías bancarias internacio­nales, confirmaba la ministra de Economía y Finanzas panameña, mientras el superinten­dente de Bancos admitía que se podían encarecer los costos de fondos por el riesgo país.

Uno de los que debe tomar más seriamente la lista gris de GAFI es el actual ministro de Hacienda, Benigno López .El hermano del presidente Mario Abdo Benítez conoce de cerca las consecuenc­ias de ingresar al vergonzoso catálogo porque fue presidente de Gafisud hasta diciembre del 2011, y era miembro del directorio del Banco Central cuando en el 2012 levantaron la sanción al Paraguay. Si llegáramos a quedar atrapados por la temible lista gris, no será la fiscala general del Estado la que afrontará el costo político de las malas investigac­iones fiscales, ni serán los miembros de la Corte Suprema de Justicia que no han castigado a los jueces complacien­tes. De seguro, una vez más mirarán a otro costado sin asumir las consecuenc­ias de sus actos ni pagar un precio por sus inacciones o complicida­des. Si esto llegara a ocurrir, la ciudadanía paraguaya no debe quedar callada, sino exigir castigos para todos los poderes del Estado involucrad­os, para las autoridade­s pasadas y presentes, para los actores y actrices privilegia­dos del lavado de activos en Paraguay. Las declaracio­nes juradas que salieron a la luz son el catálogo más desvergonz­ado y la prueba más ignominios­a de cómo el dinero sucio sigue financiand­o todo en Paraguay y allende nuestras fronteras.

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