Juan Marsé, el "narrador nato" de Barcelona
MADRID (AFP). El escritor Juan Marsé, uno de los grandes nombres de la literatura en español de las últimas décadas, falleció el sábado a los 87 años en Barcelona, ciudad que retrató en gran parte de su obra. Según la prensa, falleció en un hospital por problemas de salud que arrastraba desde hacía tiempo.
Marsé forma parte de la llamada “generación de los 50” junto con sus amigos Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán o Juan Goytisolo. Sus libros trasladan a la Barcelona de la posguerra, describen con una pluma esmerada, realista e irónica la posguerra y las tensiones sociales entre la burguesía tradicional, las nuevas élites y la clase obrera.
Marsé fue aprendiz de joyero, trabajó en publicidad y fue jefe de redacción de una revista. Críticos literarios y escritores lo califican como el “último novelista clásico” de España. Tímido, carismático y modesto, Marsé nunca se calificó como intelectual, solamente como “narrador”.
En 2008 el escritor fue galardonado con el premio Cervantes, el Nobel de la literatura española, que se sumó a otros galardones como el Planeta, obtenido en 1978 por “La muchacha de las bragas de oro”, el Biblioteca Breve (1966), por “Últimas tardes con Teresa”, el Premio de la crítica de narrativa castellana (1993) por “El embrujo de Shangai” o el Juan Rulfo, en 1997, el premio latinoamericano más prestigioso.
“Juan Marsé no sabe realmente cuánto talento tiene, qué importante es la obra que ha hecho, ni cuánto le debemos sus lectores”, dijo en aquel momento el escritor y Nobel peruano, Mario Vargas Llosa.
Escritor catalán en lengua castellana, Marsé dijo en varias entrevistas que la patria del escritor “es el lenguaje y no la lengua” y defendió “la dualidad cultural y lingüística de Cataluña”. Algo “que tanto preocupa y que nos enriquece a todos” , dijo al recibir el premio Cervantes.
En 2005, dejó su cargo de jurado del Premio Planeta, decepcionado por el sistema de selección de las novelas presentadas y la baja calidad de casi todas ellas y disgustado por el espíritu de negocio y comercio que impregnaba este tipo de certámenes literarios.