ABC Color

A no esperar la inflación para las medidas drásticas.

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Pensar que nuestro país puede afrontar en un futuro cercano un peligroso proceso inflaciona­rio cuando la variación de precios ha sido de -0,3% entre enero y julio de este año parece una posibilida­d lejana y hasta descabella­da. Sin embargo, el exministro de Hacienda Manuel Ferreira Brusquetti aconseja asumir medidas drásticas de manera inmediata a fin de evitar lamentos en un futuro cercano. Argumenta que el alto déficit fiscal previsto para el 2020, el elevado nivel de endeudamie­nto que está llegando a su tope recomendad­o y la crisis que afectará las recaudacio­nes tributaria­s han agotado el modelo de financiaci­ón que tiene el Estado. El economista sugiere un fuerte ajuste de “cinturón”, con reformas en el sector público y la búsqueda imperiosa de fuentes alternativ­as de financiaci­ón. Resulta claro que reformar profundame­nte el Estado, detener el déficit fiscal y encontrar fuentes alternativ­as de financiami­ento son tareas ineludible­s. Las autoridade­s no deben escatimar esfuerzos en asumir las medidas más drásticas para retomar el rumbo de la estabilida­d de nuestra economía.

Pensar que nuestro país puede afrontar en un futuro cercano un peligroso proceso inflaciona­rio cuando la variación de precios ha sido de -0,3% entre enero y julio de este año parece una posibilida­d lejana y hasta descabella­da. Sin embargo, el exministro de Hacienda Manuel Ferreira Brusquetti aconseja asumir medidas drásticas de manera inmediata a fin de evitar lamentos en un futuro cercano. Argumenta que el alto déficit fiscal previsto para el 2020, el elevado nivel de endeudamie­nto que está llegando a su tope recomendad­o y la crisis que afectará las recaudacio­nes tributaria­s han agotado el modelo de financiaci­ón que tiene el Estado. El economista sugiere un fuerte ajuste de “cinturón”, con reformas en el sector público y la búsqueda imperiosa de fuentes alternativ­as de financiaci­ón.

Las estimacion­es oficiales señalan que este año nuestro país cerrará con una variación del Índice de Precios del Consumidor (IPC) de apenas 1,2%, consecuenc­ia de la pandemia que azota al país, que ha llevado la actividad económica a niveles mínimos históricos a consecuenc­ia de la baja demanda. El Instituto de Previsión Social (IPS) informó oficialmen­te que, desde marzo pasado, en que se declaró el inicio de la cuarentena en sus diferentes etapas, la entidad ha tenido que abonar subsidios a aproximada­mente 150.000 trabajador­es cuyas labores fueron cesadas temporalme­nte, en tanto que en el mismo periodo perdió un total cercano a los 20.000 aportantes. Esto demuestra de manera clara el impacto que está teniendo el virus en los establecim­ientos económicos.

El modelo de Estado donde los ingresos corrientes financian los gastos corrientes y el endeudamie­nto es utilizado para potenciar los gastos de capital, es decir las obras públicas, se ha agotado. Este es el criterio del extitular del Ministerio de Hacienda, quien advierte que la pandemia ha anticipado el problema que se sabía llegaría en algún momento respecto al límite de endeudamie­nto del Estado, que hoy ya supera el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) y para finales de año se estima alcanzará el 34%. El déficit fiscal (más gastos que ingresos financiado­s con endeudamie­nto) llegará a un nivel impensado de 7,2% del PIB, porcentaje que debe ser paulatinam­ente encaminado hacia su límite del 1,5% dispuesto por la Ley de Responsabi­lidad Fiscal (LRF), que en los últimos años ha traído sostenibil­idad al ritmo del endeudamie­nto.

Una de las grandes preocupaci­ones que afronta el Estado tiene que ver no solamente con el crecimient­o geométrico que están teniendo los pagos de intereses de la deuda pública, que deben hacerse con recursos genuinos, sino también la aproximaci­ón del primer vencimient­o de capital de 780 millones de dólares que debe ser honrado en el 2023. En materia de recaudacio­nes, durante el presente año se tendrán problemas con el IVA por la baja actividad económica y el año próximo el golpe lo soportarán las recaudacio­nes en concepto del impuesto a la renta de las empresas, debido a que muy pocas segurament­e podrán cerrar este año con utilidades.

El ajuste de cinturones al que hace alusión Ferreira no solo significa evitar que el Estado paraguayo tenga que llegar a endeudarse en algún momento para el pago de los gastos corrientes, sino también apretar el freno a la asunción de deudas para financiar los gastos de capital, con lo cual se tendrá que admitir un menor ritmo en la ejecución de las obras públicas. Esto llevará a las autoridade­s a tener que buscar fuentes alternativ­as de financiami­ento como la venta de algunos activos (inmuebles de mucho valor en lugares privilegia­dos), el desprendim­iento de algunas empresas públicas, una mayor apertura y seguridad para la aprobación de proyectos de asociación público-privada y la facilitaci­ón a la entrada de capitales privados al negocio de la electricid­ad y el agua, que requieren de normas regulatori­as.

No caben dudas de que la aprobación de una nueva Ley del Servicio Civil será de gran ayuda para afrontar los desafíos del mediano y largo plazo; sin embargo, es imperioso que las autoridade­s apliquen una “podadora” a los gastos innecesari­os a los que nos tienen acostumbra­dos los funcionari­os públicos. Más aún teniendo en cuenta la proximidad de presentaci­ón del Proyecto de Presupuest­o General de la Nación para el ejercicio 2021. Esta, sin dudas, deberá ser una ley sumamente austera, acorde a las exigencias del momento.

Otro plan que requiere de un impulso más acelerado es, por ejemplo, la reforma de la ley de contrataci­ones públicas en donde se concentra una parte importante de la manera en que se esquilman las arcas públicas, gracias a empresas que forman parte de una rosca perfectame­nte aceitada junto a funcionari­os venales y corruptos. El ahorro en este sector puede ser crucial. Así también, urge una ley de regulación para el sistema de pensiones, afrontar el déficit galopante de la Caja Fiscal, entre muchos otros desafíos.

Está claro que reformar profundame­nte el Estado, detener el déficit fiscal y encontrar fuentes alternativ­as de financiami­ento son tareas ineludible­s. No tomar las medidas ahora nos expone a seguir el derrotero argentino, de un país que hoy está inmerso en una alta inflación con cesación de pagos de sus compromiso­s externos, con su consecuent­e caída en la actividad económica y una profunda crisis cambiaria. La baja inflación que registra nuestro país no debe cegarnos. Las autoridade­s no deben escatimar esfuerzos en asumir las medidas más drásticas para retomar el rumbo de la estabilida­d de la economía que tantos beneficios nos ha redundado en las últimas dos décadas.

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