No solo la pandemia es de vida o muerte
Un mal presupuesto de gastos de la Nación puede causar en el 2021 una calamidad tanto o más grave que la pandemia en este 2020. En tiempos normales el presupuesto es uno de los temas más importantes que anualmente deben afrontar el Gobierno y el Parlamento. Por desgracia, es también territorio preferido para la discrecionalidad y mal manejo de gobernantes y parlamentarios. Hoy por hoy, ya no es solo muy importante, sino cuestión de vida o muerte. La situación del país es tal que no deja espacio para continuar con la costumbre, lamentablemente muy arraigada, de hacer del PGN una herramienta de politiquería barata. Si este año se recortan los recursos necesarios y se inflan los innecesarios, será casi inevitable un colapso social y económico. No entiendo muy bien en qué clase de burbuja vive el senador Salomón, presidente del Congreso Nacional, cuya propuesta es diferir la reforma del Estado (me temo que quiso decir no hacerla nunca) y aumentar los impuestos, cuando miles de empresas han quebrado o cerrado sus puertas, cientos de miles de puestos de trabajo han desaparecido, lo que implica que miles de familias han pasado de acomodados a pobres y otras tantas de la pobreza a la miseria. La propuesta del senador Salomón, aunque disparatada e irrealizable, me temo que refleja la posición de una importante mayoría parlamentaria y responde al deseo de mantener el desquiciado costo de la administración pública y el clientelismo o inclusive aumentarlo, cargándole la factura a los ciudadanos... La pregunta es ¿cómo van a recaudar cada vez más impuestos a una población que tiene cada vez menos dinero? Veamos la situación: como ya dije, miles de empresas han quebrado o cerrado: ¿van a cargar de impuestos a empresas que ya no existen?; el consumo ha caído radicalmente, porque la gente perdió su trabajo y los que no lo perdieron están temerosos de perderlo ¿van a aumentar el IVA y a generar una caída aún mayor del consumo? Salvo en unas pocas áreas de actividad, que fueron favorecidas por la pandemia, la gran mayoría de las empresas que sobrevivieron quedaron debilitadas porque para lograrlo o se endeudaron o tuvieron que recurrir a su capital operativo ¿van a subirles los impuestos y a llevar a muchas de ellas a cerrar o declararse en quiebra? De hecho, en estos días lo que se ha decidido es disminuir el IVA a algunas de las actividades más golpeadas por la crisis, para intentar evitar el cierre y la pérdida de puestos de trabajo, una medida mucho más sensata, pero que en mi opinión se tomó con mucho retraso, cuando ya se han perdido demasiadas empresas y demasiados empleos. Más tarde o más temprano, el sistema impositivo paraguayo tiene que reformarse, porque es injusto, poco redistributivo y con altísimos niveles de evasión. Pero lo que propone el legislador no es una reforma, sino un simple aumento de los impuestos que castigará aún más a los que ya pagan y, para colmo, en un momento en que empresas y ciudadanos en su gran mayoría no están en condiciones de absorber más costos. Estoy francamente asustado, porque si opiniones como las del senador Salomón se imponen en el Congreso Nacional a la hora de estudiar el Presupuesto General de Gastos de la Nación, el año que viene no será mejor, sino peor que este; solo que el informe diario, en lugar de dar cuenta de infectados y muertes por covid-19, tendría que ser un inventario de empresa cerradas, personas sin empleo y más paraguayos que dependen de las ollas populares o mueren de hambre. Ojalá en el Parlamento, que pocas veces da muestras de una sabiduría como la del Rey Salomón, esta vez entiendan que un buen presupuesto, austero y sobrio para el gasto público, pero equilibrado y que promueva la recuperación económica es también de vida o muerte.