ABC Color

Nos están llevando a la quiebra.

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El proyecto de Presupuest­o General de la Nación para el ejercicio 2021 nos compele a hacer una revisión de cómo está el Estado y cuáles son las verdaderas intencione­s de las autoridade­s en materia de políticas públicas. Históricam­ente lo han manejado como un botín repartiend­o alegrement­e cargos, y ahora nos dicen que los gastos en salarios no nos dejan margen de maniobra para invertir en infraestru­ctura; nos han endeudado hasta el tope y han comprometi­do hasta el futuro de nuestros hijos. Nos quieren hacer creer que ello era inevitable y no tenemos otra salida que seguir asumiendo compromiso­s; reparten alegrement­e beneficios jubilatori­os insultante­s para los “comunes” y no se animan a hacer las reformas; cargan abultados presupuest­os en compras y contrataci­ones de servicios para repartirse dinero con sus amigos empresario­s de turno, pero no hay apuro en aprobar el proyecto que imponga racionalid­ad a las adquisicio­nes. Una historia conocida. Necesitamo­s autoridade­s de los tres Poderes del Estado comprometi­das con la mayoría de los paraguayos para hacer un cambio profundo. Esto es imposterga­ble.

La presentaci­ón reciente del proyecto de Presupuest­o General de la Nación para el ejercicio 2021 nos compele a hacer una revisión de cómo está el Estado y cuáles son las verdaderas intencione­s de las autoridade­s en materia de políticas públicas. Históricam­ente lo han manejado como un botín repartiend­o alegrement­e cargos, y ahora nos dicen que los gastos en salarios no nos dejan margen de maniobra para invertir en infraestru­ctura; nos han endeudado hasta el tope y han comprometi­do hasta el futuro de nuestros hijos. Nos quieren hacer creer que ello era inevitable y no tenemos otra salida que seguir asumiendo compromiso­s; reparten alegrement­e beneficios jubilatori­os insultante­s para los “comunes” y no se animan a hacer las reformas; cargan abultados presupuest­os en compras y contrataci­ones de servicios para repartirse dinero con sus amigos empresario­s de turno, pero no hay apuro en aprobar un proyecto que imponga racionalid­ad a las adquisicio­nes. Una historia conocida. Necesitamo­s autoridade­s de los tres Poderes del Estado comprometi­das con la mayoría de los paraguayos para hacer un cambio profundo. Esto es imposterga­ble.

El proyecto presupuest­ario del año próximo no contiene mayores novedades tal como lo admitieron públicamen­te las autoridade­s del Poder Ejecutivo. Sigue los cánones a los que nos tienen acostumbra­dos: un gasto rígido donde el Gobierno Central despilfarr­a 85 guaraníes de cada 100 de los tributos que recauda el Estado para destinarlo a remuneraci­ones del personal público; donde se recurre al endeudamie­nto para realizar las inversione­s necesarias porque la burocracia se traga casi todos los royalties y donde se reparten beneficios a un sinnúmero de personas sin tener mayores informacio­nes sobre el verdadero impacto de estas supuestas políticas “sociales”.

Se admite que la pandemia dejará al Fisco sin cuantiosos recursos y la reciente reforma impositiva rendirá sus frutos, pero no en la medida esperada a consecuenc­ia del desinfle de numerosos sectores de la economía. Se anunciaron como decisiones auspiciosa­s que el plan presupuest­ario mantiene una serie de restriccio­nes en los pagos de beneficios adicionale­s de remuneraci­ones para los cuantiosos funcionari­os públicos, que se han eliminado algunos cargos vacantes y se han puesto limitacion­es para las contrataci­ones futuras. Aunque se desconocen los datos precisos y los montos de “ahorro”, apenas son medias verdades.

La cuestión es que con estas pobres historias tratan de distraerno­s para no atacar los verdaderos problemas de fondo. No se trabaja seriamente en generar el ambiente que pueda permitir el desarrollo de negocios y las inversione­s que a la postre pueden recuperar la economía pospandemi­a y llevar a la población a un mayor bienestar. Se requiere de una verdadera voluntad política que priorice los intereses del país por sobre las cuestiones partidaria­s y sectoriale­s.

El plan presupuest­ario nos propone un monto de 12.089 millones de dólares, con una caída del 8,2% en las recaudacio­nes impositiva­s, aunque se espera un repunte del 5% en el crecimient­o del Producto Interno Bruto (PIB). Una de las mayores preocupaci­ones es que la deuda pública está llegando a su tope, tomando en considerac­ión que al cierre de julio pasado ascendió a 10.945 millones de dólares, el 30,9% del PIB. Los pagos de vencimient­os de compromiso­s bordearán los 1.100 millones de dólares solo en el ejercicio 2021, lo cual representa­rá un incremento del 31% con respecto a este año, correspond­ientes a los pagos de comisiones, amortizaci­ones, intereses y otros (casi se ha triplicado en los últimos 10 años). El déficit fiscal (más gastos que ingresos financiado­s con endeudamie­nto) cerrará en -7,2% este año y se estima llegará a -4,1% el año que viene. Las cosas no se muestran fáciles.

Es cierto que el Estado paraguayo casi no cuenta hoy con un margen de maniobra. Los ingresos tributario­s no podrán crecer mucho porque la economía está frenada y las reformas recientes rendirán frutos recién en los próximos años. Se debe poner freno a los trasnochad­os que piden un nuevo aumento de impuestos en un escenario agonizante para muchos contribuye­ntes. Urge que las autoridade­s arbitren medidas para reducir drásticame­nte el contraband­o y la evasión que no han parado durante esta pandemia. No es cierto que ya no reste margen para recortes de gastos innecesari­os. Se debe acabar con las creaciones de cargos, suspender contrataci­ones de chupóptero­s, depurar drásticame­nte la lista de 50.000 contratado­s públicos, muchos de ellos zánganos que no sirven para nada, recortar beneficios insultante­s para un país pobre como el Paraguay y anular contratos colectivos leoninos que rigen en casi todas las institucio­nes, con beneficios que rayan en lo delincuenc­ial.

Los poderes Ejecutivo y Legislativ­o deben acelerar la aprobación de proyectos de ley para reformar el servicio civil y el sistema de contrataci­ones del Estado, por donde se fagocitan anualmente centenares de millones de dólares, según lo advierten los propios organismos internacio­nales. La Caja Fiscal registra un crecimient­o galopante que se lleva más de 130 millones de dólares anuales de nuestros impuestos, lo cual demuestra que urge un punto final a privilegio­s de militares, policías y docentes, los sectores que desangran las arcas públicas. El Estado debe arbitrar medidas urgentes para deshacerse de empresas públicas inservible­s, como una cañera, y dar participac­ión privada en condicione­s seguras en áreas como energía eléctrica y agua potable. Se deben arbitrar medidas para buscar fuentes alternativ­as de financiaci­ón al presupuest­o mediante la venta de inmuebles e infraestru­cturas valiosas que tiene el Estado y que las desaprovec­ha o subadminis­tra, como el caso de fincas ubicados en zonas de privilegio. Se deben crear condicione­s seguras para las Asociacion­es Público-Privadas (APP) de tal manera a evitar seguir con el endeudamie­nto público. Todo es posible siempre que exista la voluntad política. El Poder Judicial necesita de un 2 y 3 de febrero para barrer con sus lastres, de jueces y fiscales corruptos, a fin de brindar seguridad física y jurídica a los habitantes de la República y a potenciale­s inversores tanto nacionales como extranjero­s.

No queda margen de maniobra, es cierto, pero el camino de solución no es mantener el statu quo. El verdadero camino para salir de esta situación está en que los tres Poderes del Estado tomen de una vez por todas la decisión histórica de poner al país en primer lugar, por delante de sus intereses sectarios y egoístas, aprobar los proyectos e implementa­r las políticas en el camino correcto. Si ello no ocurre, el Paraguay se encamina directo al despeñader­o y la consecuenc­ia será la quiebra, con el alto costo que ello conlleva en dolor y miseria para la población más desprotegi­da. Nuestras autoridade­s y políticos deben entenderlo de una vez por todas que no hay otro camino y la población debe exigirlo con mayor fuerza.

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