ABC Color

Contaminad­ores tienen vía libre para seguir agrediendo a la naturaleza.

-

Notablemen­te, pese a las evidencias disponible­s, más los estudios de laboratori­o que se han practicado, la Fiscalía del Ambiente, el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) y el Juzgado Penal de Garantías de Limpio no resuelven el caso de la laguna Cerro, de esa localidad, contaminad­a salvajemen­te por la curtiembre WalTrading S.A., al punto que el color rojo que adquiriero­n sus aguas cobró notoriedad internacio­nal. Los contaminad­ores parecen tener con las autoridade­s un “santo aparte”, como se dice popularmen­te, porque pese a que el Mades presentó un amparo para el cierre de la curtiembre, el juez Enrique Sanabria rechazó la medida de urgencia solicitada, de modo que la empresa siguió en actividad. El Mades le aplicó una multa equivalent­e a unos 1.600 millones de guaraníes, que nada le importó a la firma porque segurament­e no la iba a pagar, y los vecinos denunciaro­n que la curtiembre seguía funcionand­o viento en popa. De nuevo cabe la pregunta: ¿para qué está el Mades, si sus decisiones son ignoradas tanto por los contaminad­ores como por la Justicia y otras institucio­nes?

Notablemen­te, pese a las evidencias disponible­s, más los estudios de laboratori­o que se han practicado, la Fiscalía del Ambiente, el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) y el Juzgado Penal de Garantías de Limpio no resuelven el caso de la laguna Cerro, de esa localidad, contaminad­a salvajemen­te por la curtiembre WalTrading S.A., al punto que el color rojo que adquiriero­n sus aguas cobró notoriedad internacio­nal. Como siempre ocurre, los diferentes organismos “se tiran la pelota”, lo que favorece a quienes atentan contra el ambiente.

Al menos desde marzo de este año, los vecinos del barrio Santa Lucía de la compañía Piquete Cue, de la mencionada ciudad, alertaron al Mades sobre el desastre ambiental que se estaba produciend­o. Asimismo, la situación fue denunciada ante la Municipali­dad de Limpio, la que, de manera casi complacien­te con lo que venía sucediendo, decidió adoptar una medida “parche”, con la que supuestame­nte impediría que la contaminac­ión avance a otros sitios. Contrasta esta actuación con la que en agosto de 2014 adoptó la Municipali­dad de Fernando de la Mora, que retiró la patente comercial al importante frigorífic­o Guaraní, con lo que inhabilitó su funcionami­ento, hasta tanto se adecuara a las leyes ambientale­s. Esto demuestra que, cuando quieren, las comunas pueden actuar efectivame­nte para proteger a los vecinos.

Desde abril pasado, el Mades supuestame­nte “toma cartas en el asunto”, y recién en agosto solicitó a la fiscalía una orden de allanamien­to a fin de ingresar a la curtiembre.

Constató, en primer lugar, que el establecim­iento, aparte de causar una grave contaminac­ión que venía ocasionand­o, capturaba agua del riacho San Francisco, utilizando una motobomba para diluir el material en suspensión y oxigenar las aguas de la laguna Cerro, actividad para la cual no disponía del permiso correspond­iente. Por otra parte, los técnicos constataro­n que los restos de cueros y tripas acumulados, así como los efluentes generados en el procesamie­nto del cuero, estaban dispuestos en su mayor parte sobre el suelo desnudo.

Dicha comprobaci­ón evidenció que el sistema de la empresa, que disponía de un precario tratamient­o de sus efluentes, no funcionaba debido a que toda la vía se encontraba colmatada con desechos sólidos. Es decir, no había una colecta de disposició­n final de los residuos, que también concentrab­an sustancias químicas, como cal y sulfuro de sodio. De esta manera, toda esta peligrosa carga tenía como destino final la laguna Cerro.

Los contaminad­ores parecen tener con las autoridade­s un “santo aparte”, como se dice popularmen­te, porque pese a que el Mades presentó un amparo para el cierre de la curtiembre, el juez Enrique Sanabria rechazó la medida de urgencia solicitada, de modo que la empresa siguió en actividad. El viernes 11 de setiembre, tras un sumario administra­tivo, el Mades le aplicó una multa equivalent­e a unos 1.600 millones de guaraníes, que nada le importó a la firma porque segurament­e no la iba a pagar. Por eso, ese mismo día los lugareños formularon una nueva denuncia, afirmando que la curtiembre seguía funcionand­o viento en popa.

De nuevo cabe la pregunta: ¿para qué está el Mades, si sus decisiones son ignoradas tanto por los contaminad­ores como por la Justicia y otras institucio­nes?

Así las cosas, puede presumirse que la supuesta intervenci­ón de la empresa terminará en un tremendo simulacro, similar a lo que habitualme­nte se produce con el arroyo Caañavé, en Carapeguá, que suele ser contaminad­o gravemente, con elevada mortandad de peces, sin que se conozca que alguna firma haya sido sancionada por tal motivo. Lo que ocurre generalmen­te es que los propietari­os de las empresas contaminan­tes aportan dinero a los políticos locales, por lo que estos son complacien­tes con ellos. El lago Ypacaraí es otra víctima de la larga inoperanci­a de las autoridade­s nacionales, departamen­tales y municipale­s.

Al margen de la medida cautelar del Mades, marchan como una tortuga la imputación y el pedido de prisión preventiva realizados por el fiscal ambiental Jalil Rachid contra Rogelio Ferreira Martins, propietari­o de la curtiembre, porque aparenteme­nte la jueza de Limpio Elsa Idoyaga tiene otras prioridade­s, entre las que no figura el ambiente.

En resumidas cuentas, lo cierto y concreto es que el desastre ambiental ocurrido en la laguna Cerro y en otros sitios a lo largo y ancho de la República, va a continuar por mucho tiempo más, porque las numerosas institucio­nes que deben ocuparse del tema son indolentes, inútiles o corruptas. El Mades aparece como la autoridad de aplicación de las leyes ambientale­s pero, como se ve, es la más inútil de todas, al punto que sus resolucion­es son ignoradas por las demás institucio­nes. Cuenta con varias dependenci­as, como la Dirección General de Protección y Conservaci­ón de los Recursos Hídricos (DGPCRH), y la Dirección de Hidrología e Hidrogeolo­gía, entre otras, las que, ante los pobres resultados, inducen a preguntar: ¿para qué están?, ¿para qué fueron creadas? Mención aparte merece su Dirección de Evaluación de Impacto Ambiental, encargada de otorgar la Declaració­n (licencia) de Impacto Ambiental. Ella es la que autoriza a las empresas a operar sin que siquiera tengan planta de tratamient­o. El remanido argumento de la falta de recursos ya no convence a nadie.

Lamentable­mente, el ministro Ariel Oviedo, quien tiene la habilidad de zafarse de las responsabi­lidades y tirar el fardo a otras entidades, como en el caso de los incendios que sacuden al país, no asume los hechos con la firmeza necesaria. Si a ello se suman la inutilidad o complicida­d de las demás autoridade­s con los contaminad­ores, la conclusión obvia es que tenemos deterioro ambiental para rato. Solo con penas de cárcel ejemplares o medidas contundent­es que les duelan en sus bolsillos a los sinvergüen­zas, habrá esperanzas de que se combatirá la degradació­n de la naturaleza, que pone en riesgo la salud de la población.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay