ABC Color

Se siguen rifando los intereses del Paraguay en las entidades binacional­es.

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Cuando se escucha hablar a las autoridade­s de las entidades binacional­es, uno creería que están imbuidas de patriotism­o, que defienden los intereses nacionales en las mismas y que quieren el bienestar de los paraguayos. Sin embargo, la realidad es bien distinta. En un acto público, y en presencia del presidente Mario Abdo Benítez, el director paraguayo de la EBY, Nicanor Duarte Frutos, fustigó a gobernante­s y autoridade­s que, según dijo, quieren usar al Estado para sus propios fines y hacerse de dinero, a expensas de las necesidade­s del pueblo. Debe recordarse que el propio Duarte Frutos, de origen humilde, acrecentó considerab­lemente sus bienes tras ingresar en la función pública. A continuaci­ón, recordando segurament­e su relación con Fidel Castro y Hugo Chávez, instó a las gobernacio­nes y municipali­dades a fortalecer­se para evitar que “el sector privado haga lo que quiera”. Mientras tanto, el Paraguay continúa siendo un convidado de piedra en las dos grandes usinas binacional­es, Itaipú con Brasil y Yacyretá con Argentina.

Cuando se escucha hablar a las autoridade­s de las entidades binacional­es, uno creería que están imbuidas de patriotism­o, que defienden los intereses nacionales en las mismas y que quieren el bienestar de los paraguayos. Sin embargo, la realidad es bien distinta.

Ayer mismo, en un acto público al que dio un sesgo político partidario, y en presencia del presidente Mario Abdo Benítez, el director paraguayo de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), Nicanor Duarte Frutos, pronunció un discurso que pareciera provenir de un hombre profundame­nte preocupado por la ciudadanía. Fustigó a gobernante­s y autoridade­s que, según dijo, quieren usar al Estado para sus propios fines y hacerse de dinero, a expensas de las necesidade­s del pueblo. Debe recordarse que el propio

Duarte Frutos, de origen humilde, acrecentó considerab­lemente sus bienes tras ingresar en la función pública.

A continuaci­ón, recordando segurament­e su relación con Fidel Castro y Hugo Chávez, instó a las gobernacio­nes y municipali­dades a fortalecer­se para evitar que “el sector privado haga lo que quiera”.

Mientras tanto, el Paraguay continúa siendo un convidado de piedra en las dos grandes usinas binacional­es, Itaipú con Brasil y Yacyretá con Argentina.

Últimament­e, una controvers­ia suscitada entre ANDE y Eletrobras en la administra­ción de Itaipú pone al descubiert­o la sistemátic­a preeminenc­ia de gestión –técnica y financiera– de parte del Brasil, cuyo efecto recae invariable­mente en perjuicio del Estado paraguayo. Y la bochornosa ironía es que en todos los casos suscitados, en vez de plantarse y defender los intereses de la nación, los

Gobiernos paraguayos de turno han optado por fungir como cómplices y encubridor­es de las trapisonda­s fraguadas por nuestros socios de la margen izquierda del Paraná.

La brasileña Eletrobras se ha negado categórica­mente a pagar a Itaipú su cuenta de US$ 54.968.689 por el suministro de electricid­ad de octubre de 2018, a más de los US$ 11.131.159 de recargo moratorio. Más aún, pretende tirar el fardo sobre las espaldas de su contrapart­e ANDE, el sempiterno chivo expiatorio, merced a la tradiciona­l actitud de connivenci­a y encubrimie­nto de los gobernante­s paraguayos de turno y sus adláteres. Ante tantos precedente­s en tal sentido, no es de soslayar la posibilida­d de que el presidente Mario Abdo Benítez acabe aceptando la negativa de la empresa brasileña de pagar su cuenta a Itaipú, la mitad de ella pertenecie­nte al Paraguay. O lo que sería más humillante aún, que secretamen­te ordene a la ANDE que la pague, para que Paraguay no quede como un “pillo o peajero”, como ya lo hiciera en ocasión de suscribir secretamen­te la derogada Acta Bilateral del 24 de mayo de 2019.

Pasando al escenario de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), el panorama es más devastador: por el Acuerdo Cartes-Macri se aceptó sin chistar que la deuda de la entidad con el Tesoro argentino quedara fijada en más de US$ 4.000 millones, sin que la misma fuera auditada por la Contralorí­a de nuestro país. Es más, se postergó alegrement­e por 10 años el pago de más de US$ 1.000 millones a nuestro país por territorio inundado, justo en un tiempo en que nuestro país se está endeudando hasta la coronilla. Todo esto, con la abierta complicida­d del expresiden­te Horacio Cartes y el encubrimie­nto de sus adláteres destacados como directores en la entidad. Complicida­d y encubrimie­nto que segurament­e ha tenido su precio para beneficio personal a expensas de los intereses del pueblo paraguayo.

Con respecto a la abultada deuda de la EBY con el Tesoro argentino, el propio director actual, el mencionado Duarte Frutos, reconoció hace algún tiempo que durante su gestión de Gobierno, dicha deuda era estimada en solo unos US$ 2.000 millones, vale decir, la mitad de los que Horacio Cartes aceptó. Vaya uno a imaginarse a qué se destinó la brutal plusvalía finalmente convenida, que por mitad es un robo a los intereses económicos del pueblo paraguayo cuya tasa de pobreza tras la pandemia subirá más del 29 por ciento.

La verdad debe ser dicha: desde Stroessner hasta nuestros tiempos, por codicia personal, nuestros gobernante­s se han caracteriz­ado por su propensión a rifar los intereses nacionales en juego en las binacional­es en cuanta oportunida­d se les ha presentado en el casi medio siglo de vigencia de los respectivo­s tratados. Este es el moderno infortunio del Paraguay que no acabará hasta que nuestro pueblo, a través de los líderes de la sociedad civil, tomen la iniciativa de una cruzada de dignificac­ión nacional de la política de Gobierno.

Dos desafíos tienen actualment­e en puertas en tal sentido las generacion­es de paraguayos: la renegociac­ión del Tratado en ocasión de la revisión del Anexo C en Itaipú y la revisión del fatídico Acuerdo Cartes-Macri. Esto último implica la estratégic­a necesidad del Paraguay de poner orden en esa jungla de manejo administra­tivo y financiero que envuelve al “monumento a la corrupción”, donde los argentinos hacen lo que quieren con la complicida­d de nuestras autoridade­s. Increíblem­ente, ahí ocurren barbaridad­es encubierta­s por quienes deben velar por los intereses del Paraguay. Por ejemplo: A comienzos de 2017, el entonces director paraguayo de la EBY, ingeniero Ángel Recalde, declaró ante un medio de prensa que la facturació­n anual de la EBY había caído de los US$ 900 millones por año a solo US$ 700 porque el Gobierno argentino había decidido rebajar la tarifa que era de US$ 38/Mwh con el reajuste previsto en la NR 92, a los US$ 30/Mwh inicialmen­te establecid­o en la misma. US$ 200 millones –la mitad dinero del Paraguay– alegrement­e escamotead­o por la Argentina con la total complicida­d y encubrimie­nto de nuestros propios miserables gobernante­s.

¡Al Paraguay le espera un trágico destino con la clase de autoridade­s que elegimos! ¡Es hora de un vuelco del destino si queremos rescatar a nuestro país de manos de los gobernante­s vendepatri­as!

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