Urge castigo ejemplar
Suman y siguen los accidentes fatales protagonizados por conductores alcoholizados, pese a que la Ley Nº 5016/2014 “Nacional de Tránsito y Seguridad Vial” dice “que tiene por objeto proteger la vida humana y la integridad física de las personas en tránsito terrestre”. Matar a una persona conduciendo en estado etílico tiene una pena de hasta cinco años y con suerte puede llegar a siete años y medio, por concurso de hechos punibles.
Mientras que en el artículo 217 del Código Penal decía que manejar ebrio tenía una pena de dos años.
En ese sentido, el fiscal Julio César Ortiz de San Lorenzo sentó jurisprudencia al lograr la condena del abogado Esteban Chávez Alvarenga por “exposición al peligro en tránsito terrestre”, que según testigos de la causa, manejaba visiblemente alcoholizado el 14 de setiembre de 2013, pero se negó a hacerse la prueba del alcotest. Tras la apelación que confirmó la condena de primera instancia en el año 2015, el letrado recurrió a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que cuatro años después, en el 2019, confirmó la sentencia pese a que no hubo ninguna víctima que lamentar pero entendiendo el peligro en sí de manejar bajos los efectos del alcohol. Sin embargo, tras entrar en vigencia la Ley Nº 5016/2014 “Nacional de Tránsito y Seguridad Vial”, ya no es delito debido a deficiencias en la redacción. Justamente en un caso reciente en el que un reciclador falleció tras ser arrollado por un joven que seis horas después dio positivo al alcotest, la Sala Penal de la Corte, en una sentencia sin precedente, estableció que conducir en estado etílico no es delito. El hecho deja en evidencia la benevolencia de la ley con respecto a los conductores ebrios, en contraposición a su objeto que es proteger la vida.
En este sentido urge que los legisladores tomen la iniciativa o alguna organización para que la norma contemple el límite máximo de alcohol en sangre que debe ser considerada como falta gravísima para ser delito, además contemple penas más severas para quienes causen la muerte estando en estado etílico.
Caso contrario, la ley se convierte en carta blanca para que los borrachos salgan a las calles con alta posibilidades de seguir matando gente.