Que el tupido bosque no esconda al árbol
Entre mayo de 1984 y octubre del presente año, Itaipú registró una producción acumulada de 2.752.289 GWh (1 GWh = 1000 MWh), según fuentes locales de la binacional.
De este extraordinario caudal de energía limpia, según el Art. XIII del Tratado de Itaipú, 1.376.144,5 GWh pertenecen al Paraguay y 1.376.144,5 GWh al Brasil.
“La energía producida por el aprovechamiento hidroeléctico... será dividida en partes iguales entre los dos países...”, consagra la primera parte de este artículo, considerado por juristas compatriotas como el la finalidad del Tratado, cuya transgresión conferiría a la parte afectada el derecho de pedir su nulidad.
Si utilizamos el promedio de las cantidades que pudo aprovechar nuestro país en tan extenso período (1984/2020), alrededor del 8%, concluiremos que el Paraguay utilizó apenas 110.091.560 MWh y que “cedió” al Brasil
1.266.052.940 MWh.
Dividamos esta cantidad por la que abonó Brasil a nuestro país a través de Itaipú desde 1989 –año en que, según los registros oficiales, se concretó el primer pago en concepto de “compensación” por energía cedida– y nos encontramos con la siguiente suma: US$ 4.345.500.000.
Faltaría luego una segunda división para alcanzar la tarifa equivalente promedio que abonó el sistema eléctrico brasileño por aprovechar en todo ese tiempo la parte que Paraguay no pudo utilizar de su energía: US$ 3,4/MWh, sobre el costo de Itaipú, cifra que prueba de manera irrefutable cuál de las Altas Partes Contratantes del Tratado financió el desarrollo de la otra.
Ramón Casco Carreras