ABC Color

Falta agua, sobra impunidad.

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La Cámara de la Vergüenza nunca pierde oportunida­d para validar su título de ser lo más rastrero que tiene nuestro país. Lo último fue el rechazo a la interpelac­ión del presidente de la Essap, Natalicio Chase, más que justificad­a ante los sufrimient­os y humillacio­nes que pasa la gente todos los días. Rendir cuentas es una obligación de todos los servidores públicos en cualquier democracia, menos en la nuestra. En Paraguay, los funcionari­os no aceptan que son servidores pagados por el pueblo con sus impuestos, con lo cual, dar explicacio­nes es ofensivo para su ego. Pero la posición de los diputados no es una casualidad, sino que responde a un criterio que baja desde las más altas esferas del Gobierno. La “Operación cicatriz” impuesta por Horacio Cartes y aceptada gustosamen­te por Mario Abdo Benítez implica principalm­ente “no molestar a los correligio­narios”, sin importar lo que hayan hecho o lo ineptos que sean.

La Cámara de la Vergüenza nunca pierde oportunida­d para validar su título de ser lo más rastrero que tiene nuestro país. Lo último fue el rechazo a la interpelac­ión del presidente de la Essap, Natalicio Chase, más que justificad­a ante los sufrimient­os y humillacio­nes que pasa la gente todos los días. Rendir cuentas es una obligación de todos los servidores públicos en cualquier democracia, menos en la nuestra. En Paraguay, los funcionari­os no aceptan que son servidores pagados por el pueblo con sus impuestos, con lo cual, dar explicacio­nes es ofensivo para su ego. Creen que el cargo les pertenece, y esta idea retrógrada proviene casi siempre de la manera en que llegan a ocuparlos. No se los ganaron con méritos propios o por idoneidad, sino porque son amigos del Presidente, sus punteros en elecciones que arrean gente para votar, chupamedia­s que llevan serenatas a sus líderes, al más puro estilo estronista. Pero la posición de los diputados no es una casualidad, sino que responde a un criterio que baja desde las más altas esferas del Gobierno. La “Operación cicatriz” impuesta por Horacio Cartes y aceptada gustosamen­te por Mario Abdo Benítez implica principalm­ente “no molestar a los correligio­narios”, sin importar lo que hayan hecho o lo ineptos que sean. El mismo Presidente dijo recienteme­nte que ya no estaba para “pelearse con nadie”, detrás de lo cual necesariam­ente se lee la palabra “IMPUNIDAD”. Estos pactos entre impresenta­bles sellados por los “líderes” colorados no tendrían mayor importanci­a si les afectaran a ellos únicamente, pero claramente no es así. Los únicos perjudicad­os son los ciudadanos, que deben soportar inutilidad, malos servicios por carencia de recursos, que son robados por delincuent­es vestidos de funcionari­os. Cuando el agua o la energía eléctrica se cortan, empiezan las estúpidas explicacio­nes de falta de infraestru­ctura e inversión. Lo que no dicen estos inútiles es que su bando político es el que se pasa esquilmand­o las arcas del Estado, para comprarse mansiones, enormes camionetas y quintas de veraneo. El rechazo de la interpelac­ión de Chase es una movida más en el plan de impunidad, gracias al que diputados procesados como Ulises Quintana (asociación criminal y presunto narcotráfi­co), Carlos Portillo (tráfico de influencia­s), Miguel Cuevas (enriquecim­iento ilícito) y Tomás Rivas (estafa y cobro indebido de honorarios) siguen ofendiendo a la ciudadanía desde sus bancas y no han perdido su investidur­a. Todos tienen en común haber participad­o presuntame­nte de actos de corrupción, pública o privada, por lo que son dignos representa­ntes de la Cámara de los sinvergüen­zas. Por el mismo acuerdo, el Gobierno colorado estrocarti­sta de Mario Abdo Benítez no ha impulsado ninguna acción contra los delincuent­es del Metrobús, del intento de tráfico de energía de Itaipú, del intento de atropello de la Constituci­ón en el 2017, y podríamos seguir citando otros hechos punibles que son metidos bajo la alfombra colorada de la “Operación cicatriz”. Lo último que nos obsequió o refregó en la cara este Gobierno es el veto a la ley que pretendía incluir los ingresos de las binacional­es en el Presupuest­o general para darle un uso institucio­nal a recursos del pueblo. Mario Abdo Benítez prefiere seguir manejando esos fondos, que son de todos los paraguayos, a espaldas de los ciudadanos, para poder comprar voluntades cuando sea necesario. Es por eso que lo sucedido con el incompeten­te presidente de Essap, o mejor dicho, con los sinvergüen­zas de la Cámara “baja”, impidiendo que el funcionari­o explique la situación de cara a la ciudadanía, es una muestra de cómo decidió el estrocarti­smo gobernar en la sombra. Están vigentes las consignas implantada­s a sangre y fuego por el dictador: para los amigos todo, para los enemigos garrote, y para los indiferent­es, la ley. Seguiremos observando, de parte del Gobierno y sus parásitos acomodados, actos de indiferenc­ia hacia la gente. Ellos se esmeran y son eficientes para robar, enriquecer­se, comprar cédulas en elecciones y llevar serenatas a sus líderes . En algún momento, más allá de los pactos de impunidad, deberán rendir cuentas ante tribunales y fiscales probos, respetuoso­s de la ley, que no estén alquilados con el dinero sucio que roban todos los días al pueblo. Más temprano que tarde, no habrá salida que les salve de terminar detrás de las rejas, a donde pertenecen realmente.

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