Premian a violentos piqueteros, pero reprimen a honestos y peregrinantes.
Dos organizaciones principales y varias secundarias, agrupadas a su vez en la Unidad Campesina, Indígena y Popular, se congregaron en el centro histórico de Asunción para arrancar por la fuerza el usufructo discrecional de 25 millones de dólares al Congreso, pues ya tenían el beneplácito del Poder Ejecutivo. Los cabecillas de ambas organizaciones articulan sus “manifestaciones” sobre la idea del “piquete”, un grupo de militantes con órdenes de cercenar derechos de terceros. La mecánica de estos pillos y peajeros es simple: generan violencia para dar a los políticos que les protegen la excusa que necesitan para engañar a los contribuyentes diciendo que deben aprobar los fondos en beneficio de la paz social. Mientras tanto, se reprime a luchadoras sociales y trabajadores, y se amenaza con proceder por la fuerza contra peregrinantes a Caacupé.