ABC Color

Pillos y peajeros del pueblo paraguayo.

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A los delincuent­es de poca monta se los llama pillos. Peajeros es una palabra empleada para asaltantes que obligan a transeúnte­s a darles dinero para que puedan continuar su camino. Aunque parezca increíble, el presidente Mario Abdo Benítez utilizó estas expresione­s para referirse a los paraguayos y paraguayas que se plantan ante los atropellos del Brasil en Itaipú. Fue en ocasión de defender la vergonzosa Acta bilateral que entregaba la soberanía energética del Paraguay a los brasileños. Cuando esto se descubrió, debido a la renuncia del entonces presidente de la ANDE, Pedro Ferreira, saltó un dato que hoy tiene sentido: Federico González fue el enviado por el Presidente para llevar el contrato para que Ferreira lo firme o renuncie. Pero pese a esta aclaración y a la repulsa ciudadana ante la elección del excancille­r al frente del ente binacional, Marito no solo lo ensalzó y lo apoyó, sino que abogó porque el Congreso avale su nombramien­to para ocupar el cargo.

A los delincuent­es de poca monta se los llaman pillos. Peajeros es una palabra empleada para asaltantes que obligan a transeúnte­s a darles dinero para que puedan continuar su camino. Aunque parezca increíble, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, utilizó estas expresione­s para referirse a los paraguayos y paraguayas que se plantan ante los atropellos del Brasil desde la construcci­ón de Itaipú hasta nuestros días.

Estas expresione­s las hacía el Presidente para defender la vergonzosa Acta bilateral que entregaba la soberanía energética del Paraguay a los brasileños. Cuando esto se descubrió, debido a la renuncia del entonces presidente de la ANDE, Pedro Ferreira, saltó un dato que hoy tiene sentido: Federico González fue el enviado por el Presidente para llevar el contrato para que Ferreira lo firme o renuncie. Este dijo textualmen­te cuando se anunció el cambio: “El que va a ser nuevo director de Itaipú fue quien me llevó el contrato de parte del Presidente de la República y me dijo que si no firmaba ese día debería renunciar, y entonces renuncié en el acto”.

Hace unos días, Marito hizo cambios en su gabinete sin dar explicacio­nes, como es su costumbre. Relevó a Euclides Acevedo del Ministerio del Interior, trasladánd­olo al de Relaciones Exteriores, donde estaba Federico González. En lugar de Acevedo ubicó a Arnaldo Giuzzio, que estaba en Senad. Federico González fue nombrado como director general de Itaipú en reemplazo de Ernst Bergen.

El motivo de este último enroque habría sido la negativa de Bergen de consentir los antojos de los colorados para manejar el dinero de Itaipú como propio en las elecciones que se avecinan. Por ello resulta bastante posible que González sea para el Presidente de la República y su entorno antipatrio­ta el hombre ideal. En efecto, pese a la grave aclaración realizada por el Ing. Pedro Ferreira y la repulsa ciudadana ante la elección del excancille­r al frente del ente binacional, Marito convocó a conferenci­a de prensa donde no solo lo ensalzó y lo apoyó, sino que abogó porque el Congreso avale su nombramien­to para ocupar el cargo.

Con esta decisión, el jefe de Estado es coherente como pocas veces en un tema tan decisivo para la soberanía del Paraguay: ubica a cargo del cuidado de la soberanía energética a personas que son totalmente complacien­tes con la contrapart­e, el Brasil.

La constante del Primer Mandatario es que designa altos funcionari­os en lugares claves sin importarle que estos no sean los mejores para esas tareas. Sobran ejemplos, como los del Ministerio de Educación (el intolerant­e e ineficient­e Eduardo Petta), el Consejo de la Magistratu­ra (Mónica Seifart, presuntame­nte involucrad­a en la compra de mascarilla­s para Dinac), el Ministerio de Agricultur­a (el improvisad­o Rodolfo Friedmann, hoy procesado por presunto lavado de dinero y otros delitos). Lo que realmente le importa a Marito es que sea servil a sus intereses y a los de su entorno.

El Presidente no explica a la ciudadanía las razones de estos cambios porque no entiende que deba hacerlo, ya que su aislamient­o mental de la realidad y el egoísmo le hacen comportars­e como si fuera dueño de los bienes nacionales.

El pueblo paraguayo no está siendo honrado por el Gobierno actual en la defensa de sus intereses legítimos. El gobierno colorado en ejercicio es un grupo de improvisad­os . Es a cada uno de ellos a quienes les cabe como anillo al dedo aquella expresión del mismo Presidente: son pillos y peajeros del pueblo paraguayo.

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