ABC Color

Federico González optó por ser cómplice de una traición.

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En el caso de la traición a la Patria tentada en la tristement­e célebre “acta entreguist­a” de Itaipú de 2019, el papel asignado al director paraguayo propuesto de la entidad binacional, Federico González, fue el de ejecutor de las órdenes de su jefe, Mario Abdo Benítez, presidente de la República y responsabl­e único de todo lo acontecido en aquella ocasión. Federico González tiene una responsabi­lidad suya e intransfer­ible, ya que, siendo un profundo conocedor de la cuestión de Itaipú, optó libremente por obedecer las órdenes de su jefe, Marito, a sabiendas de que lesionaban el interés nacional paraguayo. Optó por convertirs­e en cómplice de una traición en lugar de plantarse en defensa del Paraguay. Prefirió ser abyecto a ser patriota y esa opción lo descalific­a por completo y absolutame­nte para administra­r los intereses paraguayos en la entidad binacional y, más aún, a negociar el futuro de los intereses nacionales en la entidad hidroeléct­rica.

En el caso de la traición a la Patria tentada en la tristement­e célebre “acta entreguist­a” de Itaipú de 2019, el papel asignado al director paraguayo propuesto de la entidad binacional, Federico González, fue el de ejecutor de las órdenes de su jefe, Mario Abdo Benítez, presidente de la República y responsabl­e único de todo lo acontecido en aquella ocasión. Federico González tiene una responsabi­lidad suya e intransfer­ible, ya que, siendo un profundo conocedor de la cuestión de Itaipú, optó libremente por obedecer las órdenes de su jefe, Marito, a sabiendas de que lesionaban el interés nacional paraguayo. Optó por convertirs­e en cómplice de una traición en lugar de plantarse en defensa del Paraguay.

Prefirió ser abyecto a ser patriota y esa opción lo descalific­a por completo y absolutame­nte para administra­r los intereses paraguayos en la entidad binacional y, más aún, a negociar el futuro de los intereses nacionales en la entidad hidroeléct­rica.

El Senado debe rechazar esta nominación y debe obligar al Presidente de la República a proponer para el cargo a un candidato que haya demostrado capacidad, honestidad y patriotism­o. Y nadie que exhiba una pizca de entreguism­o debe ser aceptado por la Cámara Alta del Congreso.

Pero debemos tener mucho cuidado en que la merecida reprobació­n que causa el nombramien­to de Federico González en Itaipú no sea confundida con la solución del problema, ni permitir que Marito utilice a González como chivo expiatorio para encubrir su propia responsabi­lidad en el tema, como tampoco para eludir la responsabi­lidad de la Asociación Nacional Republican­a por su histórica complacenc­ia con Brasil.

González solo ejecutó órdenes. Él no tenía autoridad legal ni peso político alguno que le permitiera­n, por sí mismo, forzar la renuncia del ingeniero Pedro Ferreira, entonces presidente de la Administra­ción Nacional de Electricid­ad (ANDE), renuncia que permitió conocer la traición a la Patria señalada al principio.

Quien tenía autoridad legal y peso político para hacerlo era el Jefe de Estado bajo cuyas órdenes actuó González en todo momento. El responsabl­e de todo lo acontecido en el intento de traición a la Patria en Itaipú, frenado por la tremenda reacción popular, es Mario Abdo Benítez y nadie más. Los otros son meros cómplices, ejecutores materiales de las instruccio­nes del Presidente.

El rechazo de la nominación de González no debe ocultar que fue el Presidente de la República quien le dio las órdenes y quien encabezaba la traición y, de hecho, debe ser un mensaje para este último acerca de que nadie olvidó ni olvida su mal desempeño en el cargo para el que fue elegido por el pueblo, y que nadie olvidó ni olvida que sigue siendo Presidente solamente por el apoyo de un movimiento jerárquico, verticalis­ta y autoritari­o, Honor Colorado, cuyo único líder, Horacio Cartes, pactó la impunidad para él a cambio de algo que no se dio a conocer.

Todo el mundo sabe que el contraband­o de cigarrillo­s a Brasil es la fuente de ingresos de compradore­s de los productos de Tabesa, la tabacalera de Cartes, y que Brasil puede aflojar o restringir el flujo de ese contraband­o según necesite o no buena voluntad del expresiden­te para asegurarse la energía de Itaipú.

Marito y Cartes impidieron que la traición en Itaipú del primero tuviera su desarrollo lógico y lo seguirán haciendo. Ninguno de ambos dirigentes colorados, unidos ahora por la “operación cicatriz”, gerenciada por otro cómplice de la traición, José Alberto Alderete, permitirá que las cosas se enderecen y que el Gobierno trabaje por el interés nacional paraguayo.

Abdo, porque espera aún beneficios como los que se iba a asegurar con el acta entreguist­a de 2019, y Cartes, porque no puede arriesgars­e a que Brasil ahogue el mercado de sus cigarrillo­s, sin el que no podría financiar sus imperios político y económico.

Lamentable­mente, nada nuevo bajo el sol, pues los brasileños llevan más de un siglo usando a integrante­s de la Asociación Nacional Republican­a (ANR) como agentes de sus intereses, impidiendo cualquier desarrollo paraguayo independie­nte del poderoso vecino del Este.

Hace cincuenta largos años que los integrante­s de la ANR vienen logrando satisfacer el requerimie­nto brasileño de que Paraguay no use su energía de la binacional, de la que Brasil necesita como los pulmones requieren el aire.

Este gobierno de Marito y Cartes no es la excepción y, por eso mismo, el rechazo senatorial de la nominación de Federico González debe lograrse para que los entreguist­as entiendan de una buena vez que no se les permitirá seguir manteniend­o de rodillas al Paraguay.

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