Furioso temporal deja 10 muertos
El “diluvio” que azotó al país en la madrugada del domingo dejó entrever la mala calidad de las obras hechas por los gobiernos municipales y nacionales. Afectados piden resarcimiento por los daños y perjuicios ocasionados.
Diez fallecidos en distintas circunstancias es el saldo del temporal que se abatió entre la noche del sábado y madrugada de ayer sobre casi todo el país. Una abuela y sus dos nietos murieron bajo un deslave en la Chacarita, en Asunción, y los demás arrastrados o en accidentes en medio del raudal en otros puntos del país. En la foto, autos caídos con el muro del arroyo Lambaré, en el barrio Santa Lucía (Lambaré). La mayoría de los daños denotan la precariedad y chapucería en las obras municipales, departamentales y del MOPC.
A las 3:30 de la madrugada de ayer, doña Brígida Brítez, del barrio Valle Ybaté de Lambaré, escuchó un fuerte ruido, como una explosión, que provenía de la sala. Una de sus hijas se levantó a ver lo que sucedió y se encontró con una inesperada imagen. Y es que el muro del contención construido en el gobierno del intendente Roberto Cárdenas sobre el arroyo So-sa o Leandro cayó, llevándose gran parte de la vivienda.
La familia responsabiliza de lo sucedido al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), que se encuentra ejecutando una obra de drenaje sobre el referido cauce. Según explicó, los operarios ingresaron con máquinas al arroyo para profundizarlo más, dejando prácticamente sin base al muro.
“El MOPC me debe resarcir. Ellos desviaron el agua con tractores. Encima, los trabajos que están haciendo no llegarán hasta aquí (donde cayó) y les van a perjudicar a muchos más”, reclamó. El susto en el barrio sigue intacto, pues temen que más viviendas se vengan abajo si se registran más lluvias y desmoronamientos.
¿Quién repara el daño?
Por otra parte, tres vehículos estacionados en una vivienda cayeron al arroyo Lambaré, del barrio Santa Lucía, tras el derrumbe del muro de contención. Severiano Caballero, quien arrienda el inmueble, contó que su hijo se salvó de milagro de ser arrastrado por el raudal.
Relató que uno de los rodados que cayó, es el elemento de trabajo de su hijo, que opera de taxista. “Cuando él intentó ingresar al vehículo para mover, escuchó algo y se retiró, fue cuando el muro fue abajo. Fue una desgracia con suerte. El susto que pasamos no le deseo a nadie. Lástima que la naturaleza no me puede reconocer el perjuicio”, lamentó.