Las orejeras del ministro
El ministro de Educación, Eduardo Petta, y su equipo de trabajo parecieran llevar orejeras. Sin admitir diálogo –y mucho menos confrontación de ideas– proyectan la educación paraguaya en los papeles, sin ver las urgentes necesidades con las que sí o sí tropezarán sus planes.
Acertadamente, el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) hace énfasis en que urge que este 2021 las clases sean mayormente presenciales, sobre todo en las zonas rurales, donde la falta de conectividad y de recursos económicos afectó de sobremanera a los alumnos el año pasado. Pero, paradójicamente, en todo el 2020 ni el MEC ni ninguna otra institución del Estado urgió la puesta en condiciones de las escuelas y los colegios a donde irán esos estudiantes. Ocurre lo mismo con la población más vulnerable de zonas urbanas.
Un ejemplo es la escuela 715 San Marcos, de Mbocayaty del Yhaguy, Cordillera, a donde asisten 25 estudiantes del primero al sexto grado. Ellos podrían volver a las aulas, pero no tienen ni un solo sanitario! Desde el 2018, los baños están clausurados por peligro de derrumbe y, por ende, tampoco tienen lavabos para higienizarse las manos con agua y jabón, como manda el protocolo sanitario. En Ñacunday, Alto Paraná, hay 13 escuelas con letrinas. Además, en las escuelas Itaipyte y Lomas Valentinas hay pabellones de aulas cuya construcción, responsabilidad del MEC, está paralizada hace tres años.
En mayor o menor medida son situaciones que se repiten a lo largo y ancho de todo el país y que pudieron ir subsanándose durante el año pasado, cuando ya se sabía que la vuelta a clases requeriría para el 2021 extremar las medidas sanitarias. Sin embargo, no sólo se ignoró esta situación, sino que el MEC ejecutó sólo el 60% de lo que tenía presupuestado para inversiones físicas y el Gobierno, lejos de priorizar a los niños y jóvenes del país, recortó al 50% los fondos de gratuidad y más tarde recortó también en un 8% el presupuesto 2021 del MEC.
Las condiciones de infraestructura de las escuelas y colegios oficiales pueden subsanarse con apoyo de directores, docentes, estudiantes y cooperadoras escolares. Pero para eso el MEC debe asumir la realidad y dialogar con la comunidad educativa. Y la comunicación no es un fuerte ni de Petta ni de su equipo.
El MEC y Salud Pública elaboraron un interesante protocolo sanitario de retorno a las aulas. También hay un plan pedagógico para este 2021. Las clases podrán ser 100% virtuales o híbridas –o sea, en parte presenciales y en parte virtuales–. Donde haya muy pocos estudiantes podrán haber clases 100% presenciales. Sin dudas es todo un desafío, pero el 2 de marzo ya comienza el año lectivo y ni los maestros saben todavía cómo van a trabajar. Recién para este martes anuncian la presentación de un plan “mártir” para tratar de iniciar un “debate”.
También es incierto cómo harán las cooperadoras escolares y los directores para adaptar las escuelas y colegios al protocolo sanitario, pero sí es claro que necesitarán fondos para instalar lavatorios, comprar termómetros, pagar limpiadoras y demás y que no todo correrá por cuenta del Estado. Tampoco se sabe hasta ahora qué se prevé para mejorar la educación virtual pública, de calidad cuestionada el año pasado. En medio de la incertidumbre, el MEC emplaza a los padres a elegir antes del 21 de febrero entre la modalidad presencial o la virtual, pero no informa qué implicará para la familia cada sistema educativo y cómo se desarrollará a lo largo del año.
No. No se trata de una malvada campaña mediática en contra de las clases presenciales ni en contra de la educación virtual. Se trata de la verdad cruda y dura. Sólo no la ve quien lleva orejeras.