ABC Color

NN

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

El noticiero acaba de emitir el informe sobre el caso de un joven que como consecuenc­ia de un accidente de tránsito del que fue víctima, requiere de un tratamient­o para poder recuperars­e.

Las necesidade­s de su familia son muchas, y ante las carencias del sistema público recurren a la prensa para pedir ayuda.

Ni bien se emitió el informe comenzaron a sonar los teléfonos de la redacción pidiendo los datos de contacto de la familia.

Entre todas las llamadas se destaca una, la de alguien quien se ofrece a costear todo el tratamient­o del joven hasta que pueda volver a caminar. Me parece un gran gesto y se lo hago saber, proponiénd­ole entrevista­rlo para difundirlo como un ejemplo de solidarida­d a imitar.

Me agradece, pero me dice que prefiere ayudar en silencio, y que en todo caso podemos comentar que apareció un NN que se hará cargo del tratamient­o.

Algo que también pudimos comprobar meses más tarde.

El episodio puntual ocurrió hace unos 25 años y me dejó una gran lección, aunque casos como este se registran de tanto en tanto en nuestras salas de redacción, hasta las que diariament­e llegan pedidos de ayuda por diferentes motivos.

En eso pienso al hablar esta semana de don Joel, el taxista villarriqu­eño que desesperad­amente fue hasta un acto oficial para intentar pedirle al presidente y al ministro de Salud, el sedante que con urgencia necesitaba su hermano, entubado en una cama de terapia intensiva con un cuadro de covid-19.

Sin entrar al análisis de la respuesta que dio el presidente a los periodista­s que le plantearon el caso, ni en la decisión de tener que buscar ese medicament­o en farmacias privadas para conseguirl­o, no se puede concluir sino que fue humillante la manera en la que exhibieron a este hombre al entregarle los sedantes, para intentar revertir la indignació­n inicial.

Sí. El remedio fue peor que la enfermedad.

Porque si bien el presidente puede argumentar que no estaba al tanto del caso puntual y que respondió de esa manera porque considera al periodista que se lo planteó, un viejo conocido, no hay justificat­ivo posible para armar un espectácul­o del posterior proceso de entrega del medicament­o.

Como si se tratara de una concesión al ciudadano, un favor ante la desesperac­ión, un gesto de bondad ante la necesidad extrema; y no una triste e indignante escena armada, sobre algo que pudo ser comunicado de forma seria y respetuosa.

“Creo que tenemos el derecho de exhibirlo” justificab­a en la 730AM el doctor Carlos Barreto, director de la IV Región Sanitaria, al responder al cuestionam­iento sobre por qué se expuso de esa manera a don Joel al entregarle los sedantes, comparándo­lo con el momento en el que los periodista­s transmitie­ron su pedido de ayuda cuando lo vieron ser contenido por los guardaespa­ldas del presidente.

Pero algo es categórico, si don Joel no se hubiese ido a suplicar una ayuda a ese acto oficial y los periodista­s no lo hubiesen transmitid­o, el hermano de don Joel no hubiese conseguido el Midazolam que necesitaba.

El problema de fondo subyace en esa escena de entrega de medicament­os, al transmitir­le a alguien que padece una necesidad, la idea de que está recibiendo un favor de los responsabl­es de administra­r la cosa pública y no algo que por derecho le correspond­e al igual que a cualquier otro ciudadano.

Una práctica que históricam­ente fortalece el clientelis­mo, la prebenda y la idea de que el Estado es de unos pocos que lo administra­n.

Y para quienes ya solo leen la Biblia y no los periódicos, son recomendab­les también los versículos 1 al 4 del capítulo 6 del evangelio de San Mateo.

“No deis vuestra limosna delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Más cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensa­rá en público”.

Es muy simple. La verdadera solidarida­d es discreta y respetuosa, caso contrario es propaganda.

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