ABC Color

Discreto final de la operación Lava Jato

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RÍO DE JANEIRO (AFP). La operación anticorrup­ción Lava Jato, que sacudió a Brasil y llevó a la cárcel a presidente­s, empresario­s y poderosas figuras de América Latina, se cerró esta semana sin ruido y con sus propias investigac­iones bajo sospecha.

Lava Jato (lavadero de autos) empezó en 2014 con una requisa por blanqueo de dinero en una estación de servicio de Brasilia.

Tirando los hilos, y recurriend­o a métodos como la delación premiada, los investigad­ores descubrier­on una tentacular red de sobornos pagados por grandes constructo­ras como Odebrecht a políticos de casi todos los partidos, para obtener contratos en la estatal Petrobras.

En casi siete años, el balance es de 174 condenados en Brasil y 12 presidente­s o expresiden­tes involucrad­os en América Latina, entre ellos el líder de la izquierda brasileña Luiz Inácio Lula da Silva.

Los juicios permitiero­n además al erario brasileño recuperar 4.300 millones de reales (unos 800 millones de dólares al cambio actual) y otros 15.000 millones están en camino.

Pero en los últimos tiempos, Lava Jato perdió lustre y la Fiscalía General anunció el miércoles, sin provocar mayores reacciones, la disolución de su núcleo original.

Irónicamen­te, esto ocurrió bajo la presidenci­a de Jair Bolsonaro, el líder que supo capitaliza­r la ola antisistem­a provocada por Lava Jato para ganar las elecciones de octubre de 2018.

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