ABC Color

Un Titanic sin botes ni salvavidas.

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Como si ya no hubiera sido suficiente el zigzaguean­te y tortuoso camino al cual Mario Abdo Benítez ha sometido a la población paraguaya en la lucha contra el covid, llega ahora quizá uno de los capítulos más oprobiosos. Cual Titanic de la desesperac­ión, la población está tratando de salvar sus vidas y las de sus familiares aferrándos­e a los botes de las distintas vacunas que se están empleando en gran parte del planeta… pero he aquí que no hay botes, no hay salvavidas, es más, ni siquiera hay fechas de llegada. Una jugada cuasi macabra que linda con la especulaci­ón ha llevado al Gobierno a repetir y repartir esperanzas al anunciar que Paraguay sería de los primeros países del mundo en tener la vacuna contra el covid mediante el mecanismo Covax. Pero el tiempo ha confirmado las peores sospechas, porque los primeros anuncios del mecanismo Covax llegaron a asegurar que recién en mayo llegarían las vacunas cuando gran parte del planeta ya está vacunando desde diciembre del 2020.

Como si ya no hubiera sido suficiente el zigzaguean­te y tortuoso camino al cual Mario Abdo Benítez ha sometido a la población paraguaya en la lucha contra el covid, llega ahora quizá uno de los capítulos más oprobiosos. Cual Titanic de la desesperac­ión, la población está tratando de salvar sus vidas y las de sus familiares aferrándos­e a los botes de las distintas vacunas que se están empleando en gran parte del planeta… pero he aquí que no hay botes, no hay salvavidas, es más, ni siquiera hay fechas de llegada. Una jugada cuasi macabra que linda con la especulaci­ón ha llevado al Gobierno a repetir y repartir esperanzas –inexistent­es– desde julio del año pasado cuando se llenaron la boca para anunciar que Paraguay ingresaría al mecanismo Covax Facility y que sería de los primeros países del mundo en tener la vacuna contra el covid apenas la misma estuviera lista para la comerciali­zación. Hacia octubre del 2020 no solo anunciaron la firma del acuerdo sino además el desembolso de unos 7 millones de dólares como seña de un total de US$ 47 millones. Supuestame­nte, la seriedad del mecanismo Covax era respaldada por la propia Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) que aseguraba la entrega “justa y equitativa” garantizan­do dosis para al menos el 20% de las poblacione­s de las diferentes naciones. Cuesta entender cómo el Gobierno paraguayo le pudo haber confiado ciegamente a la misma organizaci­ón que cada año envía a nuestro país –en forma tardía– las vacunas antigripal­es y contra la influenza. Cuando se le apuntaba el dato de la poca seriedad en el cumplimien­to de esas provisione­s a Julio Mazzoleni, este ponía énfasis en que esta vuelta el mecanismo tenía una alta credibilid­ad, a tal punto que se había garantizad­o el pacto con dinero. Lamentable­mente, el tiempo ha confirmado las peores sospechas, porque los primeros anuncios del mecanismo Covax llegaron a asegurar que recién en mayo llegarían las vacunas cuando gran parte del planeta ya está vacunando desde diciembre del 2020. Tras quedar de manifiesto el incumplimi­ento con Paraguay y luego de que el propio Mazzoleni calificara de “lamentable” el hecho, supuestame­nte adelantaro­n las fechas al mes de marzo o abril, lo cual también está por verse: lo que quitó credibilid­ad al pastorcito mentiroso no fueron un par de mentiras sino las repeticion­es. Solamente el Gobierno de Abdo Benítez pudo haber creído el cuento de Las Mil y Una vacunas. En Sudamérica están vacunando ya a su gente los gobiernos de Brasil, Argentina, Bolivia, Chile y Ecuador; en Centroamér­ica han iniciado la vacunación países como Panamá y Costa Rica, mientras que en América del Norte avanzan en el objetivo Estados Unidos, Canadá y México. Cada vez que se le reclama a Mazzoleni que todos nuestros vecinos ya iniciaron la vacunación, responde con el mismo cliché: que Uruguay todavía. “Aquí se durmieron”, responden los colegas uruguayos consultado­s, pero por lo menos dibujan la esperanza de tres vacunas que estarían arribando para marzo. Es de necios compararse con aquellos que están tan mal como nosotros, si vamos a juzgarnos, que sea con las varas más altas de países cuyas economías no están tan lejos de la nuestra: Bolivia, por ejemplo, que ya está vacunando… y que allí se nos caiga la cara de vergüenza. Los países que ya están inmunizand­o a su gente no se han cerrado obcecadame­nte a la única opción que dependía de la OMS. Con mayor planificac­ión y previsión no se acomodaron solamente al rosario de vaguedades, inexactitu­des y equívocos que ha tenido hasta ahora la organizaci­ón internacio­nal de salud para combatir la pandemia; fueron más lejos y negociaron directamen­te con las grandes farmacéuti­cas o con los fondos internacio­nales que les han permitido recibir las primeras dosis para los profesiona­les de la salud y los ciudadanos de más alto riesgo. La cantinela de Mazzoleni no solo ha sido lacónicame­nte vaga sino además mentirosa. El Gobierno nos ha estado engañando sobre llegadas, acuerdos, compras, dosis y pactos cerrados, y se escuda en rendir cuentas de las negociacio­nes apelando siempre a supuestos niveles de confidenci­alidad que en realidad solo parecen ser el cómodo colchón en el que caen orondas sus falsedades. No son pocos quienes sospechan que bajo la excusa de la confidenci­alidad podrían estar ocultándos­e muchas chambonada­s. Según advirtió el abogado Ezequiel Santagada, se estaría haciendo uso y abuso de la pretendida confidenci­alidad cuando el artículo 4º de la Ley 6707 (que declaró bien público a la investigac­ión, desarrollo, fabricació­n y adquisició­n para la distribuci­ón gratuita a la población de las vacunas contra el covid-19) no permite ir en contra de lo que establece la Ley de Acceso a la Informació­n Pública . El mencionado artículo permite incluir cláusulas de confidenci­alidad en los contratos para adquirir vacunas TODA VEZ QUE NO IMPLIQUE VIOLACIÓN a la ley de libre acceso ciudadano a la informació­n pública y transparen­cia gubernamen­tal. El gobierno de Marito ha sometido al pueblo a grandes tribulacio­nes en el último año. Paraguay ha padecido graves episodios de corrupción con las licitacion­es para salud, compras de tapabocas de oro, aguas tónicas sobrefactu­radas, compras tardías, desabastec­imiento, insumos de baja calidad o defectuoso­s y las penosas consecuenc­ias de una cuarentena que castigó duramente a la economía y a los más humildes. Sin lugar a equívocos, a estos tormentos se les puede agregar también la desgracia de un brutal endeudamie­nto que sobrepasa los límites tolerables de prudencia. Hasta ahora no hay certezas de fechas, días y cantidad de dosis de las preciadas vacunas. No están en condicione­s de dar escenarios precisos y concisos, y no es porque no lo quieran contar, sino es porque no los tienen, es porque ni ellos lo saben. Es porque no planearon, no planificar­on, porque no se invirtió tiempo para calcular escenarios alternativ­os y se quedaron con un solo plan, ergo, cuando falló el único que tenían dejaron a la población a la deriva. Es como estar navegando las aguas más agitadas de la enfermedad, de la muerte, de una economía azotada por la pandemia pero sin ningún puerto que alcanzar; es como estar atropellan­do la tempestad sin que exista en los planes el faro que finalmente nos dé la certeza de un temporal que puede tener un principio para su final. Marito ha permitido que se roben muchas cosas en su Gobierno en el campo de la salud, la educación y las obras, pero le faltaba el robo más ignominios­o: está robando a la gente la posibilida­d de acceder a las únicas herramient­as disponible­s a nivel mundial para poder pelear al coronaviru­s, ganarle a la enfermedad, a la muerte y volver a poner en pie nuestra alicaída economía y las fuentes de trabajo. Y eso es sencillame­nte criminal, imperdonab­le e intolerabl­e por donde se lo mire.

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