No se jacten, ¡traigan de una vez más vacunas!
Lo que hace el Gobierno con la importación de 4.000 miserables dosis de vacuna anticovid, destinadas solo a dos mil personas, es un intento de engaño que nadie se traga. Equivale a una gota de agua en el océano. Está claro que no traen estas dosis de la Sputnik V con el afán de lograr el propósito para el cual fueron fabricadas: la inmunización, sino con el único fin de dejar de ser casi el único país de la región que todavía no comenzó a aplicarlas. Pero desde el punto de vista del impacto que se busca en la sociedad, la cantidad de destinatarios es tan ínfima que no tiene ningún efecto a los fines de cortar la circulación del virus. Por eso queda patente que solo se pretende un golpe de efecto y nada más. La situación sigue siendo exactamente la misma y lo seguirá siendo hasta que haya una campaña de vacunación masiva, que alcance, si no a la mayoría, a buena parte de la población.
Lo que hace el Gobierno con la importación de 4.000 miserables dosis de vacuna anticovid, destinadas solo a dos mil personas, es un intento de engaño que nadie se traga. Equivale a una gota de agua en el océano. Está claro que no traen estas dosis de la Sputnik V con el afán de lograr el propósito para el cual fueron fabricadas: la inmunización, sino con el único fin de dejar de ser casi el único país de la región que todavía no comenzó a
aplicarlas. Simplemente a modo de recordatorio, mencionamos aquí que Argentina recibió la primera tanda el 24 de diciembre de 2020 y empezó a inmunizar a su población inmediatamente, incluyendo zonas tan cercanas a nuestro territorio como Clorinda y Posadas; Brasil empezó a vacunar el 19 de enero de este año, incluido nuestro vecino Foz de Yguazú, y Bolivia tuvo sus primeros lotes el 28 de enero; Chile ya es considerado un modelo a seguir en toda la región, y solo Uruguay se ubica en la misma triste categoría de furgón de cola con Paraguay.
Las 4.000 vacunas que llegaron y aún no se comenzaron a aplicar servirán apenas como primera dosis para una mínima parte del personal sanitario y por eso se ha elegido que los destinatarios sean trabajadores del área de terapia intensiva. Es cierto, estos trabajadores de la salud estarán protegidos de manera individual y es sumamente necesario que así sea, porque están en
contacto con el virus de manera cotidiana, expuestos a enfermarse. Pero desde el punto de vista del impacto que se busca en la sociedad, la cantidad de destinatarios es tan ínfima que no tiene ningún efecto a los fines de cortar la circulación del virus.
Por eso queda patente que solo se pretende un golpe de efecto y nada más. La situación sigue siendo exactamente la misma y lo seguirá siendo hasta que haya una campaña de vacunación masiva, que alcance, si no a la mayoría, a buena parte de la población. Solo de esa manera, y manteniendo a la par las medidas de cuidado como uso de tapabocas, lavado de manos y distanciamiento físico, se podrá frenar la circulación.
Es triste que esto ocurra. El Ministerio de Salud parece navegar en un mar de incertidumbres. Con el cuento de que no puede dar mucha información porque los acuerdos son confidenciales, hace anuncios a cuentagotas, da información imprecisa, cambia de fechas, y, para peor, aparentemente pone trabas para que también el sector privado importe vacunas que podrán ser adquiridas por laboratorios de plaza, y luego vendidas al público interesado.
A la fecha, lo que se sabe es lo siguiente: las primeras dosis de la Sputnik V que llegaron al país deben conservarse a -18 ºC. Más tarde, pero sin fecha aún, el Fondo Ruso de Inversión Directa debe proveer al país un millón de dosis (para 500.000 personas), y sería posible que se conserven entre 2º y 8 ºC, lo que facilitaría su almacenamiento y refrigeración. Además, el mecanismo Covax Facility hará una primera entrega de 378.000 dosis de las vacunas de Oxford/AstraZeneca, de las 4.300.000 que debe proveer. Tampoco se conocen las fechas concretas en que esto ocurrirá, aunque en teoría debe ser este año.
El Ministerio de Salud Pública se porta aquí como el famoso perro del hortelano, que no come ni deja comer, porque los laboratorios extranjeros fabricantes de las vacunas solo le otorgan el privilegio de la importación y distribución a esa cartera de Estado. A nivel local, no se permite a la industria farmacéutica hacerse cargo de esta logística, aunque cuenta con el expertise, la infraestructura y la capacitación. Los laboratorios locales consideran que de haberse negociado la compra de forma conjunta (sector privado y público), la llegada de los
biológicos se habría producido hace tiempo. De ese modo se hubieran evitado contagios y, tal vez, incluso muertes.
Y ahora que, ¡por fin!, aunque sea a cuentagotas, comienzan a llegar las vacunas, tenemos que volver a decirlo, y no por pesimistas sino porque la experiencia nos ha enseñado que es mejor abrir el paraguas en estos casos: la aplicación de las mismas debe hacerse con extremo respeto a las normas de prioridad que puso el propio Ministerio de Salud. Sería imperdonable que, además de ser los últimos de la región en vacunarnos, además de que traigan una ínfima cantidad de vacunas, además de que estemos en absoluta incertidumbre acerca de cómo y cuándo seguirá la vacunación, además de que pongan trabas a que el sector privado ayude en el proceso, haya privilegios para los de siempre.
No ocurrió aún, pero dados los nefastos antecedentes de corrupción que abundan en todos los campos del manejo de la cosa pública en nuestro país, no sería nada extraño. Las vacunas deben ser primero para quienes más las necesitan –el esquema ya está muy bien definido– y extenderse luego a toda la población, sin ninguna clase de privilegios. Perú, donde casi quinientas personas entre altos funcionarios y sus allegados recibieron “dosis de cortesía”, un escándalo que terminó en la renuncia de muchos de ellos, es el ejemplo que debemos mirar para saber lo que NO puede ocurrir. No se debe permitir, y todos debemos estar atentos.
La confianza y el respaldo ciudadano que recibieron las autoridades sanitarias al inicio de la crisis del coronavirus, en marzo del año pasado, ya se diluyeron. Ha dado paso a una enorme decepción propiciada precisamente por los actos de corrupción impunes, las malas decisiones tomadas y la pésima comunicación.
Pero cada amanecer es una oportunidad para hacer las cosas mejor.