ABC Color

La guerra de los egos

- Mariana Ladaga Pereyras mariana.ladaga@abc.com.py

Mientras el ministro de Educación, Eduardo Petta, y los dirigentes sindicales se disputan ego y poder, en las escuelitas eternament­e abandonada­s por el Gobierno la lucha cotidiana es por educar. Sin internet, sin infraestru­ctura, en condicione­s lamentable­s, habrá de igual modo clases presencial­es, porque los alumnos lo necesitan y los maestros, como siempre, van a encontrar el modo de hacerlo. “No tenemos otra opción, qué le vamos a hacer”, dice Justo Rodríguez, encargado de despacho del Tercer Ciclo en la escuela 2204 de Cordilleri­ta, Ybycuí. Son 50 alumnos que el año pasado “estudiaron” en sus casas, con “material impreso”. La escuela tiene dos aulas clausurada­s por derrumbe y otras dos que tienen fisuras en las paredes, el suelo roto y goteras en los techos. Van a dividir esas dos salas para habilitar la cantidad de clases suficiente­s. Con la poca plata que recibió del Estado, el profesor cambiará las puertas que están podridas y arreglará los baños. Ya compró elementos de limpieza y tapabocas. Como no son muchos estudiante­s, podrán enseñar todos los días de manera presencial, cuenta Justo Rodríguez. Cientos de institucio­nes educativas públicas tiene problemas serios de infraestru­ctura. En algunas escuelas podrán desarrolla­r educación presencial habilitand­o algunas salas y obviando las que están en mal estado. En otros casos no habrá forma de volver a las aulas, porque la institució­n entera constituye un solo pabellón, que está en peligro de derrumbe. Ocurre en la escuela 2778 de la compañía Yarigua’a-mí, de Sapucái. Lo más triste es que las condicione­s precarias de escuelas y colegios están en conocimien­to del MEC, las gobernacio­nes y las municipali­dades. Y también de los gremios docentes. Todos lo sabían. Nadie movió un dedo. Encima, a sabiendas del desafío que representa­ba el 2021, el Gobierno recortó un 8% el presupuest­o para Educación y redujo el fondo de gratuidad. Ahora, a días del inicio de las clases, dirigentes gremiales y el ministro Petta pelean a ver quién se preocupa más por las escuelas y quién elaboró el proyecto de declaració­n de emergencia educativa que esperan que apruebe el Congreso. Quieren US$ 78 millones para reparar escuelas, ponerles internet, comprar insumos sanitarios y contratar limpiadore­s. Tuvieron un año sin clases presencial­es para prepararse, para enfrentars­e, para salir a protestar. ¿No les da vergüenza, a Eduardo Petta, al gobierno de Mario Abdo Benítez, a los gremios, ahora gritar que hay una emergencia? La urgencia es de siempre, al igual que la negligenci­a. La educación poco parece importarle­s, en año político, por encima está la venta de humo. La parafernal­ia. La guerra de los egos.

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