Si hubiesen sido dos millones
El mundo de la ciencia, y en especial de la incipiente ciencia aeroespacial de nuestro país, vivió ayer un hito histórico al producirse el lanzamiento del satélite GuaraniSat1 rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) desde donde será puesto en órbita en semanas más para cumplir con diez misiones. El dispositivo aeroespacial, que viajó en el cohete Antares, es producto del proyecto Paraguay al Espacio impulsado desde la Agencia Espacial del Paraguay luego de un largo proceso que incluyó a dos jóvenes paraguayos que fueron becados al Japón para lograr este cometido. Se trata de los ingenieros Adolfo Javier Jara y Aníbal Antonio Mendoza, encargados de diseñar las diez misiones del satélite; una de las más destacadas: el monitoreo en tiempo real de los vectores del mal de Chagas en el Chaco paraguayo con cuyos datos se podrán tener mejores elementos para el estudio y tratamiento del mismo. Fue imposible no sentir emoción al escuchar la cuenta regresiva en los controles de la NASA, desde la Wallops Flight Facility, en Virginia, Estados Unidos y ver que la ignición del cohete significaba el vuelo espacial más importante para nuestro país. Tras esto se vinieron los aplausos y las felicitaciones. Es fácil decir ahora “aplaudimos, alentamos a los jóvenes” a que hagan esto y lo otro. Pero para llegar a esto hubo mucha lucha, “sangre, sudor y lágrimas”. El talento paraguayo se abrió camino para unirse a la ciencia japonesa porque hubo alguien que creyó que esto era posible y no solo creyó, sino que apostó todas sus fichas, su alma y convicciones para que esto pasara. Mientras todos se preguntan el objeto de una AEP, Jara y Mendoza hacen historia desde Kyutech Institute de Japón, donde diseñaron el satélite y en convenio con la JAXA, agencia espacial de Japón, pudieron hacer este sueño realidad. Datos del 2015 dan cuenta de que la inversión de Paraguay en investigación y desarrollo llegaba a un 0,13% del PIB; al 2021 esta cifra no ha variado demasiado. La proeza espacial paraguaya se desarrolló con una inversión de apenas US$ 300.000. Nada, frente a las grandes erogaciones, robos y despilfarros de los cuales somos testigos todos los días. Si pudimos empezar a soñar con los beneficios que un satélite dará a la salud y la ciencia de nuestro país, es gracias al esfuerzo y tenacidad de estos jóvenes. Llegar aquí costó. ¿Por qué? porque es más importante sobrefacturar cualquier construcción de escuela que se cae, cualquier hospital sin equipamientos y cualquier puente kurusu paño. La pregunta es ¿adónde hubiésemos llegado si en vez de US$ 300.000 hubiesen sido US$ 2.000.000 los destinados a este proyecto y no a cosas infames como un “puente encaje de oro”, por ejemplo. La respuesta es mucho, pero muchísimo, más lejos.