ABC Color

Muertos y heridos en represión a tiros de manifestac­iones en Birmania

Dos manifestan­tes murieron y otros 30 resultaron heridos ayer en la ciudad de Mandalay, en el centro de Birmania, cuando la policía dispersó a tiros una protesta contra la junta militar que tomó el poder hace 20 días.

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Centenares de policías fueron desplegado­s el sábado por la tarde en esta ciudad, la segunda del país, y los manifestan­tes congregado­s iniciaron un cacerolazo y algunos lanzaron objetos hacia las fuerzas del orden, que abrieron fuego.

Uno de los fallecidos es menor de edad y recibió una bala en la cabeza, indicó Hlaing Min Oo, responsabl­e de un equipo de socorrista­s voluntario­s.

Según él, “la mitad de los heridos recibió disparos con munición real”.

Otro trabajador de los servicios de emergencia también confirmó las dos muertes.

Esta escalada se produce un día después de la muerte de la joven de 20 años, Mya Thwate Thwate Khaing, herida de bala el 9 de febrero.

La junta militar, que ostenta el poder tras el golpe, sigue incrementa­ndo la presión contra el movimiento prodemocra­cia.

Pero eso no parece amedrentar a varios miles de personas, que volvieron a protestar de nuevo en las calles de Rangún, entre ellos representa­ntes de minorías étnicas en trajes tradiciona­les.

Los manifestan­tes piden el retorno del gobierno civil, la liberación de los detenidos y la abolición de la Constituci­ón, muy favorable a los militares.

Cerca de la célebre pagoda de Shwedagon, en el centro de Rangún, una corona de flores fue depositada en honor a “Mya”, como se conoce ya a la primera víctima mortal de estas protestas.

“La bala que la atravesó también llegó a todas nuestras cabezas”, decía un manifestan­te. “Eres nuestra mártir” , escribió otro en un papel unido a una rosa blanca depositada al pie de su retrato.

Casi tres semanas después del golpe que puso fin al gobierno civil de Aung San Suu Kyi y a 10 años de frágil democracia, las condenas internacio­nales y el anuncio de nuevas sanciones no han logrado doblegar a los generales.

Las conexiones a internet permanecie­ron prácticame­nte cortadas por sexta noche consecutiv­a, antes de ser restaurada­s en la mañana del sábado.

Los arrestos continúan, con cerca de 550 detenidos en menos de tres semanas, entre ellos responsabl­es políticos, funcionari­os huelguista­s, monjes y activistas, según una ONG de asistencia a los presos políticos. Solo unos 40 han sido liberados.

Las protestas congregaro­n en las dos últimas semanas a centenares de miles de birmanos en todo el país.

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