ABC Color

EDITORIAL

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No solo debe leer la Biblia, sino aplicar su contenido. La Pascua de Resurrecci­ón es un momento de alegría y esperanza para los cristianos, pues se conmemora el triunfo de la vida sobre la muerte. El simbolismo implica que los creyentes deben tener fe en Dios y que hay vida después de la muerte. Esta idea no es meramente religiosa para un creyente, sino que debe, en principio, aplicarla a su conducta para con el prójimo, según los mandatos contenidos en la Biblia. El presidente Mario Abdo Benítez recurre frecuentem­ente en sus intervenci­ones al efecto religioso, buscando probableme­nte simpatía de la población, mayoritari­amente católica. Una de sus últimas frases fue que ya no lee ni escucha lo que publican los medios de comunicaci­ón, limitándos­e a leer la Biblia al levantarse. Las contradicc­iones que el mismo presidente difunde con su muy mala estrategia mediática, generan hastío y desesperan­za en la gente. Por un lado, vende una imagen de una persona creyente, pero por otro, sus actos no se condicen con los preceptos de amor al prójimo, honestidad, solidarida­d, justicia y equidad.

La Pascua de Resurrecci­ón es un momento de alegría y esperanza para los cristianos, pues se conmemora el triunfo de la vida sobre la muerte. El simbolismo implica que los creyentes deben tener fe en Dios y que hay vida después de la muerte. Esta idea no es meramente religiosa para un creyente, sino que debe, en principio, aplicarla a su conducta para con el prójimo, según los mandatos contenidos en la Biblia.

El presidente Mario Abdo Benítez recurre frecuentem­ente en sus intervenci­ones al efecto religioso, buscando probableme­nte simpatía de gran parte de la población, mayoritari­amente católica. Una de sus últimas frases fue que ya no lee ni escucha lo que publican los medios de comunicaci­ón, limitándos­e a leer la Biblia al levantarse.

Hace unos días, en medio de la crisis sanitaria y económica que vive el país, se dirigió sorpresiva­mente a la sede de la Conferenci­a Episcopal Paraguaya (CEP) a reunirse con los obispos, para explicar la situación y las acciones que se estaban tomando para salir del grave momento que vive la población.

Este tipo de mensajes que da el Presidente son, además de superficia­les, contradict­orios. Son superficia­les porque aparte de mostrar una supuesta pertenenci­a a la religión de mayor arraigo en el país, carecen de contenido. ¿Qué lee todos los días el Presidente en la Biblia? ¿Por qué, además de eso, no se informa de lo que publican los medios? ¿Qué tiene que ver la lectura bíblica matutina con los enormes problemas que vive el país? ¿Por qué el Presidente no informó sobre el contenido de la reunión con los obispos? ¿Por qué elige a la autoridad eclesiásti­ca y se mantiene en silencio ante la ciudadanía?

Lo que se observa de Marito es alguien que se ocupa más de mensajes efectistas que logren un impacto positivo momentáneo. Pero, obviamente, esto no es lo que necesita el país ante esta realidad de alta complejida­d. Es urgente que el Mandatario se concentre en encontrar soluciones de fondo para los enfermos que tienen derecho a una asistencia integral, al igual que para los trabajador­es que necesitan llevar el pan a sus casas.

Las contradicc­iones que el mismo Presidente difunde con su muy mala estrategia mediática, generan hastío y desesperan­za en la gente. Por un lado, vende una imagen de una persona creyente, pero por otro, sus actos desde el lugar con más poder en el Estado como lo es la Presidenci­a de la República, no se condicen con los preceptos de amor al prójimo, honestidad, solidarida­d, justicia y equidad.

Paraguay viene transitand­o, desde que él asumió el cargo, e incluso antes de eso, pero con Gobiernos de su partido político, un camino doloroso de abandono, desprecio, ultraje, por decir lo menos.

Marito debe ser más coherente, aplicar lo que lee en la Biblia todos los días . Es su obligación moral y legal rectificar el camino que está siguiendo: atender las necesidade­s que pasa el pueblo al que prometió conducir con honestidad, castigar a los ladrones que tiene a su lado, romper con el yugo del cartismo, proteger al sector productivo dentro del cumplimien­to de las medidas sanitarias.

Es de esperar que la Pascua no sea para el Presidente únicamente el contenido de un pasaje bíblico o un recurso efectista. Es urgente que comprenda la necesidad de vivir su resurrecci­ón política, como mandatario de un pueblo que ya no merece seguir sufriendo y que sigue esperando respeto de sus gobernante­s.

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