Cristo resucitó, aleluya
Hoy es domingo de Pascua, cantamos el Aleluya, nos saludamos con júbilo y alabamos a Dios por la nueva creación, que Él hace en este día glorioso.
El Evangelio muestra que algunas personas van al sepulcro de Jesús y lo encuentran vacío, es decir, su cuerpo no estaba allá, de modo que “el sepulcro vacío” es una de las pruebas de la resurrección de Cristo.
Y, veremos a lo largo del tiempo pascual muchas apariciones de Jesús a sus discípulos, lo que es innegable evidencia de su Resurrección: los testimonios son verdaderos.
Así, vamos entendiendo mejor en qué consiste esta “vida nueva” que el Padre nos ofrece: Él envió a su Hijo Unigénito para vencer el mal y la muerte, a través de la Resurrección de su Hijo.
Jesús aceptó con valentía esta misión y la cumplió fielmente: el Viernes Santo murió en la cruz y el Domingo de Pascua, resucita a una existencia que el cerebro humano
Hno. Joemar Hohmann Franciscano Capuchino
no llega a comprender.
La fiesta que celebramos hoy es el centro de nuestra fe, del año Litúrgico y podemos afirmar de todo el universo: no hay, y nunca habrá otro hecho más significativo que este, así que, alegrémonos en este día y tratemos de asumir el compromiso de mejorar nuestra sociedad.
Nuestra vida cristiana, nuestra esperanza está basada en la Resurrección de Cristo y es por la fe en Él que obtenemos el perdón de los pecados, y si buscamos tener un corazón limpio, ya empieza otro estilo de conducta.
La oración después de la comunión de la Misa afirma: “renovados por los misterios pascuales llegue (la Iglesia) a la gloria de la resurrección.” Como el Espíritu Santo transformó a vida de Jesús, pedimos que también transforme la nuestra.
Esta resurrección, que es una recreación de todo el cosmos, debe manifestarse en actitudes concretas, y no solamente con lindas palabras y buenas intenciones.
Sabemos que Jesús “pasó haciendo el bien” y sanando a los
oprimidos por la cultura de la muerte. También nosotros debemos abandonar nuestros fingimientos, sea en lo que toca la deshonestidad en el trabajo, las promiscuidades sexuales y la indiferencia en la participación social.
Hemos de ayudar para que todos se sanen física y emocionalmente, y jamás hemos de enfermar a los sanos, por causa de nuestro nerviosismo, de expresiones frívolas o de repetidas irresponsabilidades.
Además, el apóstol nos invita: “Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo”, es decir, mostremos nobleza en nuestras actitudes.
¡Felices Pascuas de Resurrección, les deseamos los Hermanos Capuchinos!
Paz y bien hnojoemar@gmail.com