Oprimidos
El obispo del Vicariato del Chaco, monseñor Gabriel Escobar, dijo que a consecuencia de la galopante corrupción en esferas del gobierno en este tiempo de pandemia del covid-19, las personas vivimos “Oprimidos, deprimidos y reprimidos”. Opresión, por el engaño al que fuimos sometidos durante el largo encierro por la cuarentena sanitaria; desilusión, porque no llegan las vacunas y por la falta de medicamentos en los hospitales que hace que vivamos en depresión y el tremendo robo del dinero publico nos reprimió a una absoluta pobreza social. Estos mismos adjetivos lo trasladamos al Alto Paraguay para darnos cuenta de la triste realidad de abandono social en la que viven desde hace décadas sus pobladores a consecuencia del descarado robo del dinero público cometido en las instituciones públicas con total impunidad por la inacción de la mal llamada justicia de nuestro país. Numerosos informes de la Contraloría General de la República (CGR) dan cuenta de los robos cometidos por exgobernadores e intendentes. El dinero que debía servir para el desarrollo de poblaciones postergadas de Alto Paraguay fueron utilizados para enriquecer a oportunistas que se hacen llamar políticos. Obras sobrefacturadas o simplemente inexistentes sirvieron y siguen sirviendo para que las autoridades de turno incrementen en corto tiempo sus patrimonios personales y hacerse acaudaladas de la noche a la mañana personas a costa de la necesidad y el sufrimiento de los pobladores del Alto Paraguay. A diferencia de los encierros de la cuarentena sanitaria, en Alto Paraguay los largos meses de aislamientos que suelen sufrir en las comunidades son a causa de la precariedad de los caminos de tierra. Son hechos que demuestran la opresión en la cual viven. Como casi nada mejora hay desilusión y desesperanza, que llevan a la depresión. En Alto Paraguay solo sobresalen grandes ganaderos, en su mayoría extranjeros. Mientras, los trabajadores con pocos recursos viven reprimidos a causa de los corruptos.