Luz de esperanza
Parece una quijotada, pero en medio de tanta malaria y mala onda con esta cuestión del nuevo coronavirus y la anémica respuesta de nuestra “clase” dirigente para enfrentar el tembladeral que nos azota, el anuncio de un grupo de ambientalistas que se propone recuperar al menos una parte de la cuenca de arroyo Kuri’y y convertirlo en un parque, santuario de aves y la fauna nativa, suena como bálsamo de esperanza. La iniciativa, que está camino a convertirse en un instrumento legal a través de una propuesta a la Junta Municipal de Encarnación, pretende reforestar un área circundante al arroyo compartido por los municipios de Encarnación y Cambyretã. Especies de árboles nativos, entre ellos una especie considerada patrimonio forestal en peligro de extinción, y una verdadera rareza para el contexto arbóreo: las coníferas araucarias que alguna vez fueron masivas en la vasta región conocida como Bosque Atlántico Alto Paraná (BAAPA). La conífera Araucaria, conocida también como Pino Paraná, es la única en su especie que habita esta región de Sudamérica. Se extendía a lo largo del sur de Brasil, el norte de la provincia argentina de Misiones y gran parte de la Región Oriental de nuestro país. Es un árbol de gran porte, que puede vivir hasta 350 años, según los datos, y es un excelente proveedor de alimentos para aves endémicas. Por la calidad de su madera fue muy apreciada y explotada, al punto de que esta riqueza natural llega casi al punto de su extinción. El objetivo de los entusiastas amantes de la naturaleza es recuperar la masa boscosa que bordea el curso de agua y llenarlo de la citada especie de árbol y preservar el lugar a través de una figura que podría ser una reserva natural urbana, para lo cual eventualmente se tendría que crear la herramienta legal que corresponda. La tarea, sin dudas, no será fácil. Se requiere de la conjunción de voluntades, un gran apoyo comunitario, pues a fin de cuentas está en la gente la tarea de cuidar y preservar los recursos y un gran esfuerzo material para poder concretarlo. Así como hoy el mundo cristiano recuerda un día para la esperanza, y que no todo está perdido, iniciativas como éstas renuevan las esperanzas en la especie humana en un momento de la historia de la humanidad en que la vida está tan devaluada.