ABC Color

Mientras se esperan vacunas hay que buscar alternativ­as

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La aprobación para uso de emergencia de la vacuna india Covaxin, de la que aparenteme­nte hay buenas perspectiv­as de adquirir 2 millones de dosis, es una noticia alentadora, pero todavía insuficien­te para poder cumplir la meta de inmunizar al menos al 30% de la población este año. Con el ritmo de contagios por las nubes, el aumento dramático de casos graves y los hospitales abarrotado­s, se torna perentorio buscar alternativ­as. Varios países del mundo, sobre todo en Europa, ante la escasez global de vacunas y el altísimo costo económico de los confinamie­ntos estrictos, están probando la estrategia de los “autotest” como método para ampliar la detección temprana y detener las cadenas de transmisió­n del virus. Por lo que han podido averiguar periodista­s de ABC, aquí hay un par de laboratori­os privados que están consideran­do importar los kits, pero a nivel público ni siquiera tienen en el radar esa posibilida­d.

En países como Suiza se están repartiend­o cinco kits de autotests por mes por persona y en otros como Alemania se están empezando a vender en farmacias y supermerca­dos, a 5 euros con tendencia a la baja, unos 40.000 guaraníes ,lo que no es un precio excesivo si consideram­os que un test PCR en un laboratori­o privado en Paraguay cuesta alrededor de 400.000 guaraníes, un test rápido, al menos 200.000, y una prueba de anticuerpo­s poscovid, no menos de 65.000.

La lógica de esta estrategia pasa por un autocontro­l ciudadano. Si las personas tienen la opción de saber rápidament­e si están contagiada­s, ya sea porque tuvieron algún contacto o porque tienen alguna sospecha, es más factible que los portadores del virus se aíslen antes, lo que supone la doble ventaja de iniciar el tratamient­o preventivo a tiempo y de aminorar la propagació­n.

No se trata, ni mucho menos, de una idea alocada, sino de una propuesta de exponentes muy respetados de la comunidad científica, principalm­ente a partir de un artículo del epidemiólo­go e inmunólogo Dr. Michael Mina en la revista Time a fines del año pasado.

El doctor Mina no es cualquier experto. Es profesor de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de la Universida­d de Harvard y miembro del Centro de Dinámicas de Enfermedad­es Transmisib­les de esa prestigios­a institució­n, además de director médico asociado en microbiolo­gía clínica (diagnosis molecular) del Departamen­to de Patología del Brigham and Women’s Hospital de la Harvard Medical School.

En el citado artículo en Time, el Dr. Mina obviamente no intenta desalentar la aplicación masiva de vacunas siempre que estén disponible­s, con el principal objetivo de cortar la transmisió­n a través de la “inmunidad de rebaño”. Lo que sostiene es que, como alternativ­a, los autotest son una herramient­a efectiva para detectar contagios en tiempo real, obstaculiz­ar la circulació­n viral, aliviar el congestion­amiento de los sistemas sanitarios y evitar los insostenib­les confinamie­ntos sociales excesivos.

El experto niega que los autotest arrojen resultados poco confiables y un alto porcentaje de falsos negativos, y agrega que, como medida de salvaguard­a, basta realizarse una contraprue­ba al día siguiente para despejar dudas.

Los kits de autotest que se están comerciali­zando en Europa son de muy fácil utilizació­n, parecidos a los que se usan para medir el azúcar en la sangre con un pequeño pinchazo en un dedo, no requieren supervisió­n sanitaria de ningún tipo, y determinan el positivo o negativo en quince minutos. Lo que hacen es detectar la presencia en la sangre de anticuerpo­s IgC, que son los primeros en aparecer en los contagiado­s, e IgM, que aparecen de manera más tardía.

Como cabe inferir, no representa­n peligro para la salud ni tienen asociado ningún efecto colateral. Ello hace que tanto su aprobación por los órganos reguladore­s como su producción sean mucho menos complicada­s que en el caso de las vacunas, lo que hace presagiar que pronto habrá amplia oferta de múltiples fabricante­s y el precio tenderá a bajar. Solo en Alemania hay tres productos ya validados por el Instituto Federal de Medicament­os; uno de ellos, por citar un ejemplo, es el Clinitest Covid 19, de Siemens Healthinee­rs, que reporta una sensibilid­ad del 80 al 96%.

En algunos países, como en España, todavía no están totalmente liberados y solo se pueden adquirir en farmacias de manera presencial y bajo prescripci­ón médica, pero eso está próximo a cambiar. Justamente una de las recomendac­iones del Dr. Mina es no ser tan rígidos y no entorpecer la distribuci­ón, dados los mínimos riesgos y la alta ganancia potencial en un contexto de emergencia.

Estos kits también contribuir­ían a suplementa­r la red pública de diagnóstic­o, que está tan o más desbordada que los hospitales. Según los testimonio­s de la gente, están dando turno para hacer la prueba siete o diez días después de lograr, con suerte y paciencia, contactar con el call-center 154. Aun así hay que formar largas filas y después esperar varios días más para tener el resultado. Ello no solamente disuade a muchos de hacerse el test, sino que es un lapso demasiado largo en el que la enfermedad se desarrolla y el virus se esparce, por lo que no se puede descartar que sea esta una de las razones de que hayan aumentado tanto los casos graves.

El sistema de salud está colapsado, el número de fallecidos supera los 4.500, la sociedad y la economía están exhaustas después de más de un año de restriccio­nes ininterrum­pidas. Ojalá se consigan todas las vacunas necesarias, que idealmente serían unas 7 millones de dosis, pero, por ahora, ya en el cuarto mes del año, estamos todavía muy lejos de ese objetivo. Si los autotest son o no una alternativ­a válida y si es o no viable una importació­n masiva de kits, es algo que las autoridade­s responsabl­es deben evaluar. Lo que es inadmisibl­e es que se queden con los brazos cruzados a esperar un milagro.

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