El teatro, por siempre
Golpeadas por la pandemia, la corrupción, la vacuna anticovid que apenas llega y las protestas que origina su aplicación irregular, las actividades culturales pasan casi en silencio, escondidas en los laberintos políticos o sepultadas por tanto ruido. Sin embargo, son las que observan un rostro humano, limpio, vigoroso, en estos momentos tumultuosos. La gente encuentra alivio en el teatro, la música, la danza, aunque por ahora la difusión fuese virtual o asistencial, con las dificultades de rigor.
Y la lectura, naturalmente. Un buen libro nos ayuda a sobrevivir en tiempos tormentosos. Como hoy. Y hoy tengo a mano un volumen excepcional: “Aty Ñe’ê, un libro que siembra futuro” de Raquel Rojas. Lleva por subtítulos: “Reflexiones sobre el teatro paraguayo. Teatro de arte social en comunidades del Paraguay en tiempos de la dictadura (1975 – 1985)”. Fueron 10 años de una novedosa experiencia centrada, mayormente, en el departamento de Caazapá, en algunas de cuyas comunidades nunca había llegado una propuesta teatral. Y cuando llegó, de las manos de Aty Ñe’ê, la gente entendió para qué sirve el teatro. Primero que todo, la comunicación, reflexión, solidaridad, comunión de intereses e ideales. El elenco no les llevó recetas de afuera, prefabricadas, “refritas”. Las encontró en la misma entraña del sitio donde se establecía por un tiempo. Las actividades incluían reunión con los vecinos, escucharlos, dialogar con ellos, y en el escenario devolverles sus inquietudes envueltas en arte.
Es fácil percibir el trabajoso camino andado por Raquel y colaboradores para llegar a tan ponderable resultado. En sus 300 páginas, con el doble del tamaño de un libro corriente, esta publicación de lujo incluye las fotografías y textos del itinerario de una década de creación y compromiso. Muchas otras personas participaron en la elaboración de estos documentos en los que se pueden admirar, en primer lugar, a las actrices y actores que dieron vida a este singular proyecto. Junto a Raquel, vemos a los inolvidables Tony Carmona, Arturo Pereira, Alejo Pesoa, Humberto Gulino, Hermes Giménez, todos fallecidos. Actuaron junto a Yiya Gunsett, May Obregón, Ramón del Río, Blas Alcaraz, Wal Mayans, Jorge Brítez y los excelentes músicos, los hermanos Antonio y Emiliano González. También este ya nos ha dejado.
No solo en el interior actuó el Grupo Aty Ñe’ê. En el cine España, de Asunción, hizo una temporada exitosa con “Velada”, que ha sido un homenaje a los artistas itinerantes que llenaron de arte todos los rincones del país. Hizo temporada también en “La Farándula”, un proyecto frustrado por la dictadura, que tuvo a Edda de los Ríos como la animadora en los altos del Ferrocarril. En este escenario, Aty Ñe’ê presentó “Mascarada en río revuelto”, que mucho enfadó a la dictadura.
El libro incluye también la colaboración, con sus lúcidos comentarios, de José Vicente Peiró (español, crítico de teatro); Lola Proaño Gómez (ecuatoriana, investigadora); Zulma Masi (paraguaya, gestora cultural) y Aníbal Orué Pozzo (paraguayo, investigador).
La edición, de Servilibro, tuvo la colaboración esencial del Centro Cultural de la República, cuya directora, Margarita Morselli, hizo posible que una parte del teatro paraguayo cuente con una historia escrita y se la pueda presentar como uno de los muchos esfuerzos que los directores, actrices, actores, escenógrafos, luminotécnicos, etc., han venido desarrollando a través de los tiempos para que hoy nos sintamos orgullosos del pasado y el presente de la escena nacional, enriquecida por tantos nombres gloriosos.
En el libro de Raquel el protagonista es el teatro. Es el que nos dice que está animado de esperanzas para seguir vivo por el camino abierto hace veinticinco siglos y que le da igual un edificio lujoso o un escenario de tierra toda vez que se lo vista de arte.