ABC Color

Ñai’û: incautacio­nes infames

- Marta Escurra mescurra@abc.com.py

Tomar costumbres ancestrale­s y buscar la forma de sacar provecho patentándo­las a nombre de uno es una deleznable práctica cada vez más frecuente. No hace mucho, representa­ntes de pueblos originario­s de México habían denunciado que sus creaciones fueron utilizadas en el mundo de la moda internacio­nal sin que se les reconozca en lo más mínimo cultural y económicam­ente.

Este tipo de cosas sucede también en otros ámbitos como con las frases de uso cotidiano. Años atrás, una polémica dueña de productora había armado un escándalo acusando de plagio a una serie periodísti­ca denominada “Hecho en Paraguay” creada con el objetivo de visibiliza­r la artesanía y el emprendedu­rismo paraguayo. Un furibundo reclamo había llegado a la redacción pidiendo que cesen esas publicacio­nes porque la frase era de su propiedad intelectua­l, amenazando con accionar, etc.

A nivel local, las artesanas, y particular­mente las alfareras, son reliquias vivientes de la expresión ancestral. Su ya de por sí vulnerable situación en cuanto a la conservaci­ón de la cultura se vulnera por segunda vez en este contexto de pandemia por covid-19, en el que la economía no les ha mostrado su mejor cara. Y, como si les faltara una tercera vulneració­n, ahora viene alguien que, mediante argucias legales, les quiere robar sus ideas y su modo de ganarse la vida.

El centro de la polémica es una especie de óvalo de doble apertura hecho en barro negro, cocido y pulido: un horno portátil artesanal, conocido horno ñai’û (barro). La disputa por la propiedad intelectua­l de este artefacto concebido años atrás con motivo de una feria de chipas se encuentra en instancias judiciales. Así es que se ha prohibido a un grupo de 11 artesanas seguir produciend­o su horno ñai’û y, para colmo, a otras se les ha incautado la producción, alegando plagio porque son “muy parecidos” a un horno producido de manera industrial y con encendido eléctrico, patentado por un individuo que reclama ser el creador. A ver... ¿quién le robó a quién? Parecido no es igual y, si vamos al caso, las que produjeron primero el horno ñai’û fueron las artesanas, quienes registraro­n la creación con ayuda del IPA (Instituto Paraguayo de Artesanía) justamente para preservar a las artesanas. Ahora viene alguien que les quiere robar su forma digna de trabajo.

En este país se roba todo: vacunas, plata para las escuelas, para la salud y todos siguen “más firmes” en sus cargos. Pero unas humildes artesanas que comen de la tierra son tratadas más o menos de criminales y el despliegue para despojarle­s de sus creaciones es casi igual al operativo de atrapar peligrosos fugitivos. Dejen en paz a las alfareras y a sus ñai’û.

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