Desastroso
El gobierno municipal de Salto del Guairá, campeón nacional en presunto daño patrimonial durante la administración de Carlos César Haitter, ahora se convirtió en un escenario aún peor, de penosos acontecimientos. Gobernado desde el 5 de julio por un concejal liberal (Wilson Báez), que fue electo por colorados, viene protagonizando un dantesco espectáculo que solo perjudica cada vez más la imagen de la institución, que de por sí ya estaba muy golpeada con la administración de su antecesor.
Y las consecuencias como siempre, paga el pueblo. Por ejemplo, el pasado 18 de agosto, el pintoresco intendente Báez atropelló el vertedero municipal y pretendió desalojar a la empresa que administraba dicho local, a lo mbarete, con la acusación de que allí había delitos ambientales.
Lejos de lograr su intención, terminó procesado por desacato y ocasionando el cierre del vertedero por 15 día por disposición del Ministerio Público. Mientras, la ciudad se inundó de basura hasta que la misma empresa tuvo que remediar la metida de pata del intendente.
El pasado viernes, Wilson Báez y sus concejales convocaron a los vendedores de la calle para que les defiendan. Es que fueron denunciados por los candidatos a concejales por la intención de licitar obras que deberán ser pagados con recursos fuera del periodo actual.
A poco más de un mes de las elecciones, pretenden adjudicar obras por más de G. 60.000 millones a las empresas amigas, comprometiendo recursos hasta el 2024, violando todo legal para el efecto.
Y todo esto tras seis años de administrar el mejor periodo económico de la Municipalidad, con un promedio de G. 70.000 millones al año. Tanto dinero manejado por Haitter y sus concejales, por lo visto no fue suficiente para llenar sus apetencias, que con total desparpajo pretenden gastar dinero hasta del futuro, con tal de seguir el carnaval con la plata del pueblo hasta el último segundo de sus mandatos.
Lamentablemente, este espectáculo horroroso sigue, gracias también a una justicia ciega, sorda y muda que no se anima a dar un basta a un desvergonzado gobierno que, si lleva más tiempo, muy probablemente podrá ruedita al edificio comunal y se lo lleva.