Un giro inesperado
El país necesita formalizarse, eso es algo que está fuera de discusión. Pero estresarle a la ciudadanía con una muy mala socialización de la Ley de Servicio de confianza (“Chau giros”) o es para dispersar la atención de otra cosa más conflictiva o es una reconfirmación de que a los parlamentarios les importa un pepino el bienestar del pueblo.
En algunas sesiones legislativas, los parlamentarios proponen leyes que nos pintan como Suiza o algún otro país europeo cuya democracia está consolidada y los ciudadanos están primero. Sin embargo, los beneficios de esas propuestas hacen que la Suiza solo sea para ellos.
Respecto a la ley de giros, no es mala idea contar con un nivel de seguridad alto cuando se requiera transferir dinero a través del celular. Tampoco es mala idea contar con una identidad digital que nos facilite la vida en los trámites comerciales. Elevar el nivel de seguridad implicaría reducir la brecha de fraudes perpetrados mediante las famosas “llamadas y sorteos de Tacumbú”. Pero esa adecuación tecnológica debería hacerse teniendo en cuenta la idiosincracia paraguaya. En la dura cuarentena muchas familias sobrevivieron gracias a los giros telefónicos (servicios, emprendedores y otros). Esta ley propone que la certificación de la identidad electrónica la realice el usuario. Pero esto también significaría sacar de circulación a gran parte de la población que se encuentra en el interior del país, en las zonas no urbanas. Implicaría dejar todo lo