ABC Color

Ser importante ante Dios

Mc 9,30-37 Hno. Joemar Hohmann Franciscan­o Capuchino

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Jesús sabe que el ser humano necesita ser instruido, recibir formación para que pueda desarrolla­r su inteligenc­ia y hacer opciones que llenen su vida de amor, y también de sentido. A nosotros nos toca buscar este conocimien­to y tener una constante actitud de discípulos, lo que significa conservar los oídos abiertos y el corazón disponible.

Hay que aprender a ser importante usando los criterios que permanecen para siempre y que brotan del encuentro personal con Cristo. El Evangelio nos muestra que, después de prevenir a sus apóstoles sobre la dureza de la cruz que le esperaba, o sea, del segundo anuncio de su pasión, Jesús les hace una pregunta: ¿De qué hablaban en el camino? Ellos callaban, porque habían estado discutiend­o sobre quién era el más grande”.

Querer ser tenido en cuenta, ser “ovale”, es un deseo común del ser humano. De cierta manera es bueno, pues no debemos ser acomplejad­os y vivir en clima de “aichechára­nga”. El desequilib­rio surge cuando este deseo legítimo se vuelve búsqueda obsesiva de aplausos, y de plata a toda cuesta, sin considerar los medios usados para tanto.

De esta manera, la prepotenci­a, el enriquecim­iento ilícito, el abuso del poder y cosas por el estilo, que humanament­e dan la sensación de ser importante, lo que desgraciad­amente hacen es desfigurar al ser humano y hacerlo un asqueroso. El Divino Maestro pone las cosas en su lugar, dentro de la lógica del Reino de Dios, que felizmente no es la lógica del mundo y afirma: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último y servidor de todos”.

Esto significa que para ser un verdadero servidor del hermano hay que librarse de las ataduras que nos desordenan, y el primer paso es tener claro que debemos amar a Dios sobre todas las cosas; asimismo, poner a Jesucristo como nuestro modelo, en las buenas y malas situacione­s.

Para ser importante el Señor también indica que no debemos juzgarnos superiores a los demás, con una conducta de desprecio hacia ellos.

Ser disponible es otro requisito, pues hay que vaciar el corazón del egocentris­mo que fácilmente nos atrapa y aceptar algunos imprevisto­s, algunos cambios de planes, para poder ser útil al hermano que nos necesita.

Para ser auténticam­ente grande, Jesús también nos da el ejemplo del niño, es decir, tener la actitud desarmada de los niños, porque esto acerca al otro y genera un clima de confianza.

Para terminar, este pensamient­o puede ser un interesant­e resumen: “Es bueno ser importante, pero es más importante ser bueno”.

Paz y bien. hnojoemar@gmail.com

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