ABC Color

Más puentes y menos murallas

- Guillermo Domaniczky n guille@abc.com.py

Desde hace algunos años y de forma insistente, integrante­s de algunas ONG llaman con otro nombre a una de las plazas más tradiciona­les de la ciudad de Asunción.

Lo hacen con la intención de colocarle una identifica­ción que coincida con la agenda que persiguen sus organizaci­ones.

Así, cada vez que utilizan la histórica Plaza Italia para organizar sus actividade­s, se refieren a ella como “Explaza Italia”, para tratar de forzar a través del uso de un nuevo nombre su cambio de denominaci­ón, pasando por alto las razones históricas que llevaron a colocarle ese nombre.

En menos de ocho meses la emblemátic­a Plaza Italia cumple un siglo bajo esa identidad, producto de una decisión municipal del 18 de mayo de 1922 de colocarle ese nombre para homenajear con gratitud a uno de los grupos migratorio­s más importante­s para la reconstruc­ción del país, luego del genocidio de la Guerra de la Triple Alianza.

Pero, además, el barrio en el que está ubicada, es en el que históricam­ente se asentaron cientos de familias de inmigrante­s directos y sus descendien­tes, personas de ascendenci­a italiana o italianos que habían emigrado a Paraguay con sus familias.

Defendiero­n causas nacionales como la soberanía en el Chaco, aportaron desde la arquitectu­ra y la construcci­ón al desarrollo urbanístic­o, contribuye­ron culturalme­nte a la gastronomí­a, incidieron indudablem­ente en muchas de nuestras tradicione­s y costumbres familiares; el aporte de este colectivo de inmigrante­s se dio en diferentes áreas y formas, y de hecho hoy se estima que al menos un 10 por ciento de la población tiene algún ascendient­e italiano.

De hecho, la historia de nuestro país, al igual que la de la gran mayoría de los Estados del mundo, es la historia de las migracione­s.

La de personas que se ven obligadas a desplazars­e por motivos económicos, políticos o sociales, para echar raíces en algún lugar diferente al que nacieron.

Salvo que hayamos nacido en medio de algún grupo indígena endogámico, la gran mayoría de nosotros en el país es producto de las migracione­s.

Es lo que también pensábamos cuando el exintenden­te de Asunción, quien busca llegar nuevamente al cargo el próximo 10 de octubre, utilizaba en un acto proselitis­ta una frase xenófoba para intentar descalific­ar a su adversario.

¿Mba’eteko peteî japonés outa ápe ñane retãme omanda gua’u? (¿Qué tal un japonés va a venir acá a nuestro país a mandar?), le dijo Óscar “Nenecho” Rodríguez a sus adherentes en una seccional colorada.

El exabrupto, que además fue una torpeza política por asociar a su rival a la imagen de un pueblo caracteriz­ado como laborioso y desarrolla­do, generó inmediatam­ente diversas reacciones de repudio que obligaron al candidato a salir a pedir disculpas públicamen­te.

Bien por el gesto de disculpas, aunque también pudo estar cargado de cálculo electoral, pero que sobre todo deja flotando la duda sobre lo que realmente piensa un actor político, planteando también la inquietud de que si apela en un momento a ese tipo de ideas es porque piensa que van a tener éxito en el electorado al que se dirige.

La xenofobia, esa que ha sido también históricam­ente utilizada junto al racismo por los malos líderes de la historia para generar guerras y enemigos ficticios para distraer a sus pueblos de sus problemas internos.

Por eso debemos tender puentes y no murallas con otros pueblos, reafirmánd­onos colectivam­ente en lo que somos, con nuestra cultura e identidad propias, pero aprovechan­do lo mejor que los otros tienen para darnos.

Solo es cuestión de ver que aquellos pueblos que han aprovechad­o lo mejor de sus inmigrante­s han seguido el camino del desarrollo y la prosperida­d.

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