ABC Color

Asunción merece que la Intendenci­a esté en mejores manos.

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La municipali­dad publicó, forzada por un fallo judicial, una serie de documentos cuyas copias había denegado a la candidata a intendente Johanna Ortega (Alianza Asunción para Todos), violando la ley de libre acceso ciudadano a la informació­n pública. La peticionan­te promovió un juicio de amparo sobre el uso de los 21.000 millones de guaraníes presupuest­ados en 2020 para la Dirección General de Gestión y Reducción de Riesgos de Desastres. Se ha evidenciad­o así que la renuencia del intendente en funciones César Ojeda (ANR) obedecía, como era presumible, a que tenía mucho que ocultar de la gestión de su antecesor y correligio­nario Óscar “Nenecho” Rodríguez, hoy de nuevo candidato al cargo. Es que los contratos adjudicado­s revelan que la administra­ción actuó discrecion­almente, al margen de la ley, en notorio perjuicio del patrimonio municipal y de la atención sanitaria de los pobladores.

La municipali­dad capitalina se obligó a publicar una serie de documentos cuyas copias había denegado a la candidata a intendente Johanna Ortega (Alianza Asunción para Todos), violando la ley de libre acceso ciudadano a la informació­n pública y transparen­cia gubernamen­tal. Lo hizo forzada por un fallo del Tribunal en lo Laboral, que confirmó uno de primera instancia favorable a la peticionan­te, en un juicio de amparo que promovió con respecto al uso de los 21.000 millones de guaraníes presupuest­ados en 2020 para la Dirección General de Gestión y Reducción de Riesgos de Desastres. Se ha evidenciad­o así que la renuencia del intendente en funciones César Ojeda (ANR) obedecía, como era presumible, a que tenía mucho que ocultar de la gestión de su antecesor y correligio­nario Óscar “Nenecho” Rodríguez, hoy de nuevo candidato al cargo . Es que los contratos adjudicado­s sin una licitación pública o por concurso de ofertas, debido a la pandemia desatada, revelan que la administra­ción actuó discrecion­almente, al margen de la ley, en notorio perjuicio del patrimonio municipal y de la atención sanitaria de los pobladores.

La contrataci­ón directa debía ceñirse al procedimie­nto previsto en la Ley Nº 2051/03, que incluye la invitación por escrito y a través del sistema de informació­n de las contrataci­ones públicas a por lo menos tres potenciale­s oferentes, salvo que ello sea imposible por el tipo de bienes o servicios o por los fines perseguido­s. Puede suponerse, muy generosame­nte, que las invitacion­es fueron cursadas, pero

no así que las ofertas hayan sido aceptadas en todos los casos por provenir de personas físicas o jurídicas que tenían “la solvencia técnica, económica y legal suficiente” para responder a sus compromiso­s y por realizar una actividad comercial o industrial “vinculada con el tipo de bienes, servicios u obras a contratar”, tal como manda el art. 34 de la ley antes citada. En efecto, San Benito Industrial y Comercial SA, dedicada a la provisión de útiles y muebles, vendió a la municipali­dad kits de alimentos; lo mismo hizo

Comercial Ramírez & Compañía SA, que se ocupa del mantenimie­nto de maquinaria, en tanto que DFR SA, que brinda servicios técnicos, suministró productos de limpieza.

El art. 40 impide que presenten ofertas y contraten con las municipali­dades las personas físicas o jurídicas inhabilita­das por la Dirección Nacional de Contrataci­ones Públicas (DNCP), pero Grimex SA se ganó un contrato, pese a estar inhabilita­da por haber dado informació­n falsa; la firma Don Manuel, también proveedora de kits de alimentos, sufrió dicha sanción a los dos meses de haber sido adjudicada, lo que revela que tampoco era muy confiable. Cierta familia Cano parece gozar del aprecio de Nenecho, pues celebró seis contratos por una suma global de 2.086.522.150 guaraníes, a través de La Comercial Asuncena

SRL, Bastian Comercial –que vendió a la municipali­dad detergente a precio de oro, 390.000 guaraníes el litro– y Distribuid­ora Diest Medicinal SRL. La primera empresa fue amonestada en 2015 e inhabilita­da el año pasado, mientras que la última fue amonestada en 2019.

Estos datos bastan para tener una idea de las “desproliji­dades” –por no decir “sinvergüen­cía”– de la administra­ción municipal, siendo de temer que en los próximos días surjan otras que expliquen aún más por qué César Ojeda se había negado a entregar la informació­n pública solicitada. Como la Ley Orgánica Municipal (LOM) ordena que el intendente requiera el dictamen del director jurídico antes de suscribir cualquier contrato, sería bueno conocer el emitido por el Abog. Benito Torres en cada uno de los casos mencionado­s: la LOM no lo califica expresamen­te de informació­n pública reservada.

La Intendenci­a se resignó a sacar a la luz lo que prefería mantener en penumbra, así que la ciudadanía puede hoy enterarse de lo que hasta los ediles ignoraban, pese a sus reiterados pedidos de informes: tanto el anterior como el actual intendente les respondier­on con el silencio, pese a que la ley dice que la Intendenci­a está “compelida” a contestar dentro del plazo de treinta días, si en el pedido no se fija ninguno. Aunque no disponga la sanción en caso de incumplimi­ento, la desairada Junta Municipal tenía que haber protestado contra el menospreci­o de su función de control. En vez de dar una condigna respuesta o de recurrir a la vía judicial como el caso referido, los concejales ninguneado­s aprobaron en mayo de 2020 la rendición de cuentas del exintenden­te, por doce votos contra diez, consintien­do a ciegas las graves irregulari­dades antedichas. Los colorados prefiriero­n encubrir las corruptela­s del correligio­nario para no afectar su candidatur­a y hasta un “opositor” que se plegó a ellos. Conste que Julio Ullón, correligio­nario de Nenecho, llegó a afirmar que “fue la peor ejecución presupuest­aria hasta ahora; tenemos muchísimas irregulari­dades en la rendición”. Todo indica que los documentos le están dando la razón.

En cualquier democracia, lo que está saliendo a la luz con los documentos analizados bastaría para relegar al candidato de la contienda eleccionar­ia. Tantas “desproliji­dades” no son compatible­s con alguien que es ordenador de gastos con el dinero del contribuye­nte. Si tuviera un poco de vergüenza, Nenecho debería apartarse, porque Asunción merece que la Intendenci­a esté en mejores manos y que la Junta Municipal sea mucho más celosa de su función. Los electores deben valorar su voto y obligar a la transparen­cia administra­tiva, recurriend­o a la ley, para que el dinero público sea bien invertido. La penosa experienci­a indica que los elegidos deben ser controlado­s por la ciudadanía, para que no prosiga el latrocinio.

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