HC rumbo al fracaso y la oposición en lo suyo
Las recientes elecciones municipales mostraron que el Partido Colorado sigue siendo el partido hegemónico del Paraguay, más allá de que algunos de sus dirigentes sean pillados en hechos de corrupción o exhiban descaradamente su incompetencia administrativa.
Una verdad de perogrullo es que las elecciones se ganan con un buen candidato o una buena alianza política o ambas cosas. En Paraguay, si no hay alternativa creíble, se impondrá un colorado, aunque no proponga nada y hasta si tiene un perfil cuasi delictivo.
Como corresponde, los colorados procuran instalar la imagen de la aplastante mayoría de municipios que ganaron en todo el país, silenciando el hecho de que en la suma total de votos pierden con el resto de los partidos por casi 300 mil votos.
La ANR ganó en Asunción con un candidato magullado, pero perdió municipios emblemáticos: Ciudad del Este y Encarnación, los más notorios. En ambos casos, con candidatos que fueron fenómenos electorales, con gran liderazgo.
Honor Colorado, movimiento liderado por Horacio Cartes viene intentando instalar a toda costa la supuesta influencia decisiva que tuvo el expresidente en los triunfos de los candidatos colorados, dejando en un segundo plano el papel del vicepresidente Hugo Velázquez. Sin embargo, los cartistas no exhiben ninguna estadística que muestre que quienes ganaron fueron en su mayoría intendentes y concejales de su movimiento. Y no la exhiben, por carecer de ella.
En Asunción, donde la ANR ganó la intendencia con Nenecho Rodríguez y obtuvo 15 de las 24 concejalías, los cartistas inflan el pecho arrogantes, dejando de lado la realidad de que, de esos 15 concejales, solamente 5 pertenecen a su movimiento.
Apenas pasadas las elecciones, dirigentes cartistas dieron señales de debilidad. Pedro Alliana presidente de la ANR, presidente de la Cámara de Diputados y apéndice del exmandatario, junto al reconvertido cartista José Alberto Alderete, arquitecto de la “Operación Cicatriz” y la “Concordia Colorada”, hablan de la necesidad de continuar con la unidad con vistas al 2023.
Es muy evidente que el candidato cartista, el exliberal Santiago Peña, no tiene posibilidades de ganarle la interna al vicepresidente Velázquez.
Una nueva derrota marcaría el ostracismo político-electoral del expresidente, algo que seguramente quiere evitar.
Un posible objetivo cartista sería negociar con el velazquismo un lugar en la fórmula presidencial para Alliana o algún otro.
Sin embargo, para Velázquez eso significaría justamente la pérdida de su principal fortaleza interna, que es la de ser alternativa al cartismo.
El panorama colorado parecería auspicioso para las fuerzas de oposición.
Sin embargo, la realidad es que no existe y casi no hay tiempo para que surja una candidata o candidato aglutinador o de perfil carismático.
El PLRA, principal partido de la oposición es una bolsa de gatos, donde ni Efraín Alegre ni Norman Harrison, cuya candidaturas suenan, renunciarán a sus pretensiones. Se avecina una disputa donde cualquiera que triunfe será “a lo Pirro”.
Fuera de los partidos tradicionales, se habla de algunas figuras “independientes” que pueden ser electoralmente atractivas pero el desastre liberal hace difícil pensar en actos de desprendimiento para un consenso.
Otra alternativa es un gran acuerdo programático, algo nunca visto a lo largo de estos años de democracia y que sería un milagro, digno de ser santificado por el mismísimo Vaticano.