¿Quiénes son más felices?
El día 6 del pasado septiembre se publicó el resultado de una investigación sociológica, realizada por el CIS entre los españoles, partiendo de una encuesta pública que buscaba saber la relación que hay entre creencias religiosas y felicidad.
El CIS es el Centro de Investigaciones Sociológicas, adscrito al Ministerio de la Presidencia en Madrid (España). En la conclusión de su investigación afirma que el porcentaje más alto, 27,4% de los católicos se declaran plenamente satisfechos con la vida, son felices; y el porcentaje más bajo de felicidad es el 8,8%, que le corresponde a los ateos.
Ante estos datos, las preguntas obvias son: ¿Por qué los católicos son más felices? ¿Qué aporta la fe cristiana para la felicidad?
Son muchas las variables que influyen en la felicidad o no felicidad de una persona. Cuando la investigación pretende descubrir qué creencia religiosa ayuda y logra más personas felices, hay que recurrir a las posibles fuentes del caudal de sus propuestas.
Los cristianos contamos con Cristo, Jesús de Nazaret, y nos comprometemos con el amor. De ambas fuentes nos llega la alegría y la esperanza, la paz y la seguridad interior, el sentido de la vida y de la trascendencia en todas sus dimensiones, y una energía fecunda que nos capacita para afrontar los sufrimientos incluyéndolos en los incidentes que acontecen en el camino de nuestro seguimiento a Jesús.
Los cristiano estamos convencidos de que en los caminos de la vida Jesús nos acompaña y caminando con El, nos ilumina y todo se viste de trascendencia y hasta la muerte se convierte en principio definitivo de la vida eterna
El cristiano que vive fielmente su fe, no solo cuenta con Jesús, sino que penetra todo lo que Jesús nos ha revelado y encuentra sus raíces y su destino nada menos que en Dios, que es Padre y nos acoge siempre con amor, porque es Amor, y aunque seamos hijos pródigos, nos espera para abrazarnos y organizarnos la gran fiesta.
Nuestra felicidad es un objetivo explícito del proyecto de Jesús. Comenzó su misión diciéndonos en el Monte de las Bienaventuranzas cómo podemos ser felices con El. Y terminó, despidiéndose de sus apóstoles en la última Cena diciéndoles: “Quiero que mi alegría esté en vosotros, para que vuestra alegría sea perfecta” (Jn 15,11); y por si no lo hubieran comprendido, poco después en la misma Cena les dijo: “Os he dicho todo esto, para que vuestra alegría sea completa” (Jn 16,24). Por algo los niños se acercaban a Jesús
Para los cristianos que viven la fe, Jesús y la relación personal con El son la fuente fundamental e inagotable de felicidad.
La otra fuente esencial para la felicidad es el compromiso personal con el amor. Los cristianos creemos que “hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios” (Gén 1,26) y creemos también que “Dios es amor” (1Jn 4,7) y nos sentimos llamados a responder con amor a Dios y su sublime proyecto de amar a todos como hermanos por ser todos hijos de nuestro Padre Dios.
Por experiencia estamos convencidos de que sin amor no hay felicidad, dicho en positivo, estamos convencidos de que el amor es la más bella y fecunda energía que da calidad a la vida y genera nuestra realización y plenitud personal.
Pero no se trata de cualquier modo de amar, para los cristianos el modelo de amor es Jesús. Vino para enseñarnos a amar y terminó dándonos desde la cátedra de la cruz la suprema lección de amor.
Se trata de un amor eternamente fiel, creativo por su propia fecundidad, que inventa la Eucaristía, para perpetuar su presencia entre nosotros y en nosotros, con radical disponibilidad.
Como Maestro perfecto, Jesús enseña a amar, con su propio testimonio, amando como el mismo Dios. “Como el Padre me ama, yo os amo. Permaneced en mi amor” y minutos después dijo con absoluta autoridad: “Ámense unos a otros como yo los amo”..
La alegría de los cristianos es una constante histórica, un rasgo característico de su perfil, ya desde los primeros cristianos (Hech 2,46), por eso, para los cristianos, el CIS nos, confirma en lo ya sabido: los católicos tenemos motivos sobrados para ser felices.