La muerte de un tirano
Mario Benedetti, pero tu título es el único que encaja a la perfección. Abusó de su poder político siempre; gobernó de manera totalitaria en todos los lugares que le cupo estar. No existieron para él limitaciones legales y menos morales. Actuó en todo momento de manera corrupta y cruel aunque lo negó una y otra vez en público sentado en una banca del Congreso Nacional o del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM). Se creyó superior a todos y sometió al que se cruzaba en su camino, con fuerza, humillando a hombres y mujeres. Se alimentó de los débiles pero nunca se satisfizo. Esto y más, fue Óscar González Daher (OGD) hasta hace 72 horas. Muchos no salían del asombro el jueves último, cuando allegados comenzaron de diseminar lo acontecido en la vivienda ubicada sobre la calle Mauricio José Troche de Luque. Ese mismo domicilio que en 2018, durante 23 días, fue blanco de valerosos escraches y de un increíble allanamiento encabezado por el exfiscal de Delitos Económicos y Anticorrupción, René Fernández, mientras OGD estaba sesionando en la Cámara de Senadores. González Daher, por medio de sus tentáculos, abusó de toda la estructura pública para obtener beneficios para él y los suyos. Ubicó a más de un centenar de hurreros en las instituciones públicas y últimamente también en privadas. Estos mismos acomodados, los únicos junto a la familia del mismo, fueron los que lamentaron la muerte del tirano y hasta osaron en decir que Luque, que el Paraguay, estaba de luto. Atrevidos. Óscar González Daher, fue tan mezquino que no dejó ni un solo legado de provecho en su “amada ciudad de Luque”. El todopoderoso, el intocable, jamás imaginó que sería investigado, procesado y condenado a siete años de prisión por enriquecimiento ilícito y declaración falsa. Inexplicablemente, fue librado del cargo de lavado de dinero. Pero lastimosamente, aquellas familias de bien y en especial las víctimas del opresor, alquilaron en vano balcones porque mientras esperaban, la justicia paraguaya deshojaba margaritas y dilataba el momento de dejar firme y ejecutoriada la sentencia para que el indomable fuera preso. Se murió antes, se fue. Nunca nada será suficiente para todo el sufrimiento de aquellas personas que padecieron el abuso de poder de Óscar González Daher. Pero cómo dice Mario Benedetti en su poema “La muerte de un tirano”, vengan todos, se acabó el alma negra, se acabó para siempre, a no ponernos tibios, a no creer que éste es un muerto cualquiera (…). Paz para las víctimas, que el otro rinda cuentas donde corresponda. gladys.villalba@abc.com.py