ABC Color

Lejos de las fronteras

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

El grupo volvió a reunirse en torno a la mesa del bar en la que sus miembros eran capaces de solucionar todos los problemas del mundo en una noche.

La semana había sido muy pesada, con temas bastante densos como los deleznable­s abusos de niños en colegios y el asesinato del fiscal Pecci en tierras colombiana­s.

Fue este último tema el que rápidament­e se instaló en la mesa, en medio de conjeturas sobre quiénes pudieron estar detrás de este magnicidio judicial, como lo habían calificado los investigad­ores colombiano­s.

–Evidenteme­nte tocó muchos intereses y eso le fue haciendo ganar varios enemigos –disparó de forma genérica el primero.

Otro de ellos comentó que solía cruzarse con él cada tanto y recordaba que no utilizaba siquiera custodios en muchos de los lugares a los que iba, pese a investigar a narcotrafi­cantes y lavadores de dinero.

–Sus amigos comentaron que eso era porque él decía que si no andaba torcido no tenía nada que temer, que al no ser cómplice de estas estructura­s criminales nada le pasaría –le explicó otro.

Uno más consideró que esto era imprudente a juzgar por lo que ocurrió, lo que inmediatam­ente generó un barullo en la mesa entre quienes coincidier­on y quienes argumentab­an que en realidad era muy fácil hablar con el diario del día después, porque nadie se hubiese imaginado lo que finalmente ocurrió.

En ese momento el que planteó el tema intentó poner orden, diciéndole­s que en realidad lo más importante era llegar hasta quienes habían ordenado el crimen para someterlos a la más dura de las condenas posibles.

Les expuso que eran varias las causas en las que intervino Pecci que estaban siendo analizadas, para saber si alguna de ellas tiene vínculos directos con el asesinato.

–Con seguridad fueron narcos –sentenció alguien– es el típico proceder de estos tipos que usan sicarios y viven escondidos en sus búnkeres –remató.

Eso bastó para que el profe, que acostumbra­ba escuchar a todos primero para luego hablar, se dispusiera a intervenir, generando como siempre el silencio y la atención del grupo.

–En realidad esa ya es una idea un poco desfasada –comenzó diciéndole a quien emitió la sentencia.

–El narco ya avanzó tanto aquí que hay que ir dejando de lado esa idea de que los grupos solo se mueven en las fronteras e intentando no llamar la atención. Fíjense –les siguió diciendo– anteriorme­nte los traficante­s se aseguraban de tener buenos contactos y sobornados a los operadores de justicia, políticos y miembros de las fuerzas públicas.

Hoy directamen­te buscan esos espacios de poder, ya sin intermedia­rios. Miren por ejemplo a nuestro Congreso, tenemos a un diputado que fue grabado negociando cargamento­s de cocaína, a otro que siendo diputado hizo de mediador con la policía para liberar a un hombre procesado por narcotráfi­co, a otro que llegó a ser diputado suplente y al que asesinaron el año pasado, a otro que fue diputado y asesinaron hace algunos años en Yby Yaú, y a otra que fue diputada que fue condenada en Estados Unidos por ofrecerse a lavar dinero provenient­e del narcotráfi­co.

–Y puedo seguir –les dijo, ante la atenta mirada de todos los miembros de la mesa.

–El narco dejó hace tiempo de tener acento brasiguayo y de esconderse en las sombras de las fronteras. Está aquí, dando vueltas en nuestro entorno diario.

Y disculpen mi pesimismo, pero si no existe un gran pacto social nacional, en el que nuestros dirigentes miren mucho más allá de sus miserias y mezquindad­es, creo que se vienen días todavía peores - remató.

Tras un incómodo silencio luego de este pronóstico pesimista, el grupo decidió ocuparse de temas menos densos para intentar distender un poco el ambiente.

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