ABC Color

Rincón de la censura

- Marta Escurra mescurra@abc.com.py

Algunos lo llaman “pelada internacio­nal” otros dicen que “por fin” alguien mandó a callar a “la loca esa” ...Mucho ya se dijo del episodio protagoniz­ado por un conductor de la cadena internacio­nal CNN y la diputada Celeste Amarilla (PLRA). Lo que en realidad se vio en ese intercambi­o de ideas fue lo que se conoce como censura por parte de un comunicado­r que ejerce su profesión en un país en el que la Primera Enmienda es el bien capital del ejercicio periodísti­co y ciudadano. Algo reprochabl­e.

En su programa Conclusion­es,

Luis Fernando López del Rincón abordaba el asesinato del Fiscal

Marcelo Pecci y decía no sentirse satisfecho pues “cómo es posible que un fiscal de ese perfil salga del país sin protección”. En la búsqueda de respuestas recurrió a la diputada Amarilla a quien planteó esta y otras interrogan­tes. La entrevista­da había empezado a responder dando un poco de contexto de lo que ella creía que podría ser el origen de este crimen trasnacion­al cuya autoría intelectua­l se atribuye al crimen organizado y al narcotráfi­co, según las hipótesis de los investigad­ores. En esa contextual­ización aparece la ruta de la droga y el contraband­o de cigarrillo­s; asociando esto último a una tabacalera propiedad del expresiden­te Horacio Cartes. Algo que el entrevista­dor consideró como una campaña en contra del exmandatar­io. Dijo que él no iba a permitir tal cosa, defendiénd­olo como si se tratase de su correligio­nario o de su abogado. Acto seguido cortó a la diputada y mandó a la pausa.

Podemos estar o no de acuerdo con lo que dice Amarilla, quien públicamen­te dijo que se hacía cargo de sus dichos. Pero si un periodista recurre a una entrevista­da, la invita a que hable, es cuanto menos mala educación, interrumpi­rla y retarle como a una niña. Amarilla es una diputada, no es una periodista del staff de CNN que presentó un reportaje mal hecho para que este señor la trate como a alguien que está en mesa de edición verificand­o datos. Al volver de la pausa el señor López tuvo que desdecirse y ceder nuevamente el micrófono a Amarilla para que esta “redondee” su idea. Pero el daño ya estaba hecho.

Muchas veces no estoy de acuerdo con Amarilla. Pero el caso no se trata de que sea ella, se trata de lo grave que es cuando la censura viene desde el periodismo.

Aquí se usó el poder periodísti­co para acallar a una persona, se vio cadena internacio­nal y se mostró que no interesa escuchar a los entrevista­dos si estos no se alinean a las ideas editoriale­s. Si hay capacidad de intentar “silenciar” a alguien en vivo, no quiero imaginar lo que pasa tras bambalinas. Un verdadero retroceso en la lucha que se viene librando por la libertad de expresión en el marco de la cobertura del crimen trasnacion­al.

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