La culta Villarrica
Villarrica cumplió ayer, 14 de mayo, 452 años de fundación. Es conocida como la ciudad culta, cuna de ilustres referentes de las letras, las artes y las ciencias, aunque el desarrollo cultural y económico no está a tono con su fama. La corrupción y las luchas de poderes en la Municipalidad y en la Gobernación de Guairá la estancaron.
Un ejemplo reciente lo encontramos en la Junta Municipal, donde los concejales colorados traban una reprogramación presupuestaria que solicitó el intendente liberal, Magín Benítez, para un plan de obras públicas. Y no es que estén preocupados por el buen uso del dinero de los contribuyentes. Están molestos con los cortes de los cupos políticos para sus operadores y exigen al jefe comunal que los devuelva; caso contrario se mantendrá la negativa.
Y los legisladores municipales, elegidos por los guaireños, demuestran que Villarrica ya no es tan culta. El año pasado estuvieron a punto de declarar hijo dilecto de la ciudad a un abogado denunciado por golpear a su pareja y, en realidad, solo querían ayudarlo a vender sus libros. Cuando la ciudadanía recordó el nefasto antecedente del “lustre” y la vergüenza que nos hacía pasar, se echaron para atrás. No es raro, pues hay tres concejales que fueron denunciados por violencia y uno de ellos hasta confesó que agredió a su pareja en el proceso judicial. Aun así, a sabiendas, los guaireños los elegimos.
Y la podredumbre no es solo en la Municipalidad. La Gobernación es un botín político. Casi G. 49.000 millones en presupuesto para operadores políticos y para contratos a los amigos del poder de turno. El escándalo por el uso de los fondos covid para la reactivación económica que “recibieron” sus funcionarios (aunque solo firmaron los cheques y la plata la usó el gobernador Juan Carlos Vera Báez), las empresas fantasmas o de maletín y hasta los testaferros, es solo un ejemplo de que el dinero público es digitado para el entorno del jefe departamental, para su beneficio y de sus aliados, para enriquecerse y captar votos.
Los guaireños, los que peregrinaban desde la entonces Provincia de la Guayra, hoy en día parte del Brasil y zona en donde el Domingo de Pentecostés de 1570 se fundó “Villa Rica del Espíritu Santo”, estuvieron casi un siglo huyendo de las invasiones de los bandeirantes. Hoy en día tenemos que escapar de nuestras autoridades corruptas y egoístas. Las próximas elecciones, partidarias y generales, son nuestras oportunidades para reivindicar y recuperar la cultura villarriqueña eligiendo a representantes idóneos para tan sensibles cargos.
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