ABC Color

Que la imprevisió­n no nos vuelva a ganar de mano.

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En la región ya se está sintiendo la falta de gasoíl y en todo el mundo se está hablando de una aguda escasez de este estratégic­o combustibl­e para el segundo semestre, lo cual, de concretars­e, crearía serios problemas logísticos para todos los sectores y frustraría cualquier esperanza de reactivaci­ón. Antes de que la imprevisió­n una vez más le cueste muy caro al país, el Gobierno y el sector privado, urgentemen­te, deben sentarse a analizar el escenario, planificar y diseñar una estrategia para evitar, o al menos minimizar, un posible desabastec­imiento.

En la región ya se está sintiendo la falta de gasoíl y en todo el mundo se está hablando de una aguda escasez de este estratégic­o combustibl­e para el segundo semestre, lo cual, de concretars­e, crearía serios problemas logísticos para todos los sectores y frustraría cualquier esperanza de reactivaci­ón. Antes de que la imprevisió­n una vez más le cueste muy caro al país, el Gobierno y el sector privado urgentemen­te deben sentarse a analizar el escenario, planificar y diseñar una estrategia para evitar, o al menos minimizar, un posible desabastec­imiento.

Paraguay compra del exterior la totalidad del combustibl­e fósil que consume y, como el resto de los importador­es de América Latina, tiene una alta dependenci­a de las refinerías de Estados Unidos, muchas de las cuales, para colmo, suelen interrumpi­r sus operacione­s en esta época del año por la temporada de huracanes en la zona del Golfo de México. En la actual coyuntura de disparada de la demanda global por el fin de la pandemia y de las restriccio­nes a Rusia, que es una de las mayores proveedora­s mundiales, los analistas vaticinan que las plantas americanas van a priorizar, en primer lugar, su mercado interno y, en segundo término, el mercado europeo, cuya fuente tradiciona­l de aprovision­amiento es precisamen­te Rusia.

El pronóstico es que la escasez se va a ir acentuando en las próximas semanas y llegará a su pico en septiembre-octubre, en plena época de cosecha en Paraguay,

que está batallando para recuperars­e de las grandes pérdidas de la anterior campaña agrícola a causa de la sequía.

Si bien el mercado paraguayo es relativame­nte pequeño, lo que en condicione­s normales tendría que facilitar las cosas, como problema adicional se agrega que tanto Argentina como Brasil, que son productore­s, pero que no cubren todas sus necesidade­s, están enfrentand­o sus propias dificultad­es para importar, lo que le cerraría al país la opción de abastecers­e de sus vecinos.

En el caso de Argentina, sus desequilib­rios monetarios y cambiarios complican muchísimo su comercio exterior, sobre todo en un commodity como el petróleo y derivados, que se maneja exclusivam­ente con moneda fuerte a corto plazo y en el que no hay manera de influir en los precios internacio­nales. Debido a ello, excepto en las provincias productora­s del sur, hoy ya falta gasoíl en casi toda Argentina, especialme­nte en el norte, limítrofe con Paraguay, y eso probableme­nte tenderá a empeorar.

En el caso del Brasil, la política de precios de Petrobras, que vende a casi 10% por debajo de la cotización internacio­nal (las elecciones generales son en noviembre), está desalentan­do la importació­n privada independie­nte, necesaria para cubrir el 40% del mercado de un país que tiene dimensione­s continenta­les. En consecuenc­ia, aunque los observador­es brasileños no creen que se quedarán totalmente sin gasoíl, sí temen que falte en algunas zonas productiva­s en el momento clave de la zafra si no se hacen ajustes de manera perentoria.

En otra escala, algo parecido puede estar ocurriendo en Paraguay, con la diferencia de que Brasil produce seis de cada diez litros de gasoíl que consume, mientras que aquí dependemos 100% de la importació­n. Por razones políticas, el Equipo Económico está obligando a Petropar a vender a pérdida, lo que arrastra por ahora a los otros emblemas. Según especialis­tas consultado­s, los precios actuales del gasoíl están aproximada­mente 1.000 guaraníes por litro por debajo del costo del stock ya importado, mientras la cotización internacio­nal para las reposicion­es sigue subiendo, y, con la escasez, previsible­mente subirá aún más. A principios de esta semana el diésel se ubicaba en los 4,367 dólares por galón, a lo que hay que sumar un “plus” (costo logístico) de 100 dólares el metro cúbico. Los cálculos indican que, con estos valores, el precio al público debería llegar a cerca de los 11.000 guaraníes el litro.

Es un precio inusitado para el país y un duro golpe para la economía, pero en este momento el precio es el menor de los problemas, porque, por mucho que duela y moleste, es preferible un combustibl­e muy caro a no tener combustibl­e, lo cual sería desastroso. Lamentable­mente, es nula la capacidad de Paraguay de contrarres­tar la tendencia y ya ha quedado demostrado que cualquier intento de subsidio no solamente es de efecto mínimo, sino que es absolutame­nte infinancia­ble para el Estado paraguayo. Por lo tanto, no queda más que tratar de adecuarse lo mejor posible.

Los contratos de compra de combustibl­es se hacen con 60 a 90 días de antelación y los períodos más críticos de movimiento de maquinaria en el campo y de transporte son de agosto a octubre y de enero a marzo. Sin pérdida de tiempo el Gobierno debe convocar a todos los sectores directamen­te involucrad­os, fundamenta­lmente a los importador­es y emblemas, a los gremios de la producción y el comercio y a los camioneros, para evaluar la situación, considerar las alternativ­as y acordar marcos de precios que no desestimul­en ni retrasen la importació­n precisamen­te en este momento de “sálvese quien pueda” en el mercado internacio­nal.

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